20 abril 2014
Volvieron
los sueños, me refiero a los que viven en las noches de tormenta y
satén. Agua fresca brotando de un cielo infinito, un pasillo estrecho y
muy largo, con paredes, suelo y techo, de cristal. Gente invisible que me
abraza y siento, plañideras que exponen sus insonoros lamentos con eco
catedralicio y un enorme becerro de oro cantando una letanía indescifrable.
Nadie vive, nadie muere, el tiempo no pasa, solo lamentos, voces lejanas
y un suspiro cercano ... ¿Enrique ... estás soñando otra vez?
Alguien
dijo alguna vez, (que es lo que se dice, siempre, cuando quieres
profetizar sobre lo que vas a inventar a continuación), que los sueños son fiel
reflejo de alguna oculta herida en la memoria, de alguna pena sin redimir o de
algún inreconocido pecado. Quien sabe, la realidad, que es siempre más
aburrida que los sueños, se acaba imponiendo aunque permanezcas o quieras
permanecer, felizmente, en el mundo de la fantasía. Qué lástima que, de
vez en cuando, algo o alguien, te recuerde que eres mortal.
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