30 julio 2014
No paraba de contarme cosas, sus cosas, todas de una extraordinaria extensión explicativa, como corresponde a los propios de su edad, nuestra edad. De pronto, ante mi asombro, pasó del todo va bien, que bien me lo paso y que ocupado estoy, a un reversible y bipolar, estado depresivo que culminó con el clásico lamento de siempre: "Enrique, no se ocupan de mi ... que solo me siento ... tengo la impresión de que la vida está en otra parte".
Mi amigo de hoy, fue un empedernido luchador del mundo del ladrillo, siempre con la maleta a cuestas, borracho social o borracho fino, amante de las comilonas de trabajo y de las convenciones en el Escorial, pretendiente de cualquier falda próxima y, por encima de todo, un gran amantes del "vive hoy". Hoy, vive en su soledad inalcanzable. Divorciado a los 46, hoy tiene 68 tacos y un currículo profesional intachable y, ah, lleno de éxitos - "Enrique ... será verdad, pero creo que la vida está, hoy, en otra parte". Ah, se marchó con un ... "No me lo digas, Enrique, lo sé, me lo he ganado a pulso. No me quejo, solo pretendo ignorarlo".
Pues toca apechugar, o en su defecto pedir disculpas que ahora está de moda, aunque en su caso igual es tarde................en todo caso, de aquellas lluvias, vienen estos barros! Un abrazo
ResponderEliminarYa ves cual ha sido su despedida ... ignorarlo. Feliz noche, amigo Antonio y disculpa que me repita con este tipo de argumento, pero es lo que me encuentro todos los días.
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