25 abril 2014
Cada día me esfuerzo más y, poco a poco, lo voy consiguiendo, yo soy así, me propongo algo y no paro hasta conseguirlo. Dentro de esta nueva etapa creativa y formativa en la que me veo inmerso por voluntad propia, bajo mi responsabilidad, sin miedo, corriendo los riesgos que haga falta y sin dejar de dar la cara nunca al aprendizaje de esas extrañas y peligrosas técnicas hogareñas, ayer conseguí añadir a mi currículo un nuevo logro, sí, ayer aprobé la práctica de como limpiar un cristal sin que se pierda ningún órgano vital por ello y, ah, no por ello tuve ningún bajón testicular, ni nada parecido, os lo aseguro, sí, no pasa nada por hacerlo. La cosa es muy sencilla, (una vez te haces un práctico, claro), se trata de comprar un líquido al que llaman limpiacristales, de buena marca, eso sí, y luego hacerse con dos trapos blancos inmaculadamente limpios. El líquido va en un recipiente que se aplica sobre el cristal mediante el modo spray y luego, ojo con eso que es importante, se procede a frotar sobre el líquido aplicado al cristal con uno de los trapos que llamaremos “trapo para húmedo” y cuando ya el cristal parece limpio entonces se frota con el otro trapo al que llamaremos “trapo para seco”. La aplicación en el frote debe ser enérgica con ambos trapos y el líquido, como ya he dicho, debe ser de calidad. Y ya está ¿Fácil?, pues sí, facilísimo, bueno, lleva su tiempo aprenderlo, como todo, y aunque puede que te duelan los brazos y los dedos de las manos, no importa, el esfuerzo vale la pena y, ah, repito, no pasa nada por hacerlo. No te salen tetas ni se te encoge la llave del amor por hacerlo, todo es cuestión de ganas y de práctica, claro. Venga, animaros y me contáis.
N: Ah, se me olvidaba, ahora cuando veo que va a llover salgo corriendo a bajar las persianas para que no se mojen los cristales.
enriquetarragófreixes