domingo, 24 de mayo de 2020

Soñaba que tenía un sueño … versos tristes

Publicado el por 


Stana Katić
24 mayo 2020
– Los domingos ya no son domingos, no hay niños, no hay amigos, la familia sigue cruelmente confinada, todos los estamos, y así seguimos hasta que un noble laboratorio repleto de desconocidos científicos acaben descubriendo como matar al dichoso bichito de la COVID 19. Los más optimistas informan, repetidamente, que la vacuna vendrá con los Reyes Magos ¿Y mientras tanto qué? – Preguntan mis amigos más ilustres y más endemoniadamente comprometidos con las cuestiones de salud. No sé, les respondo, ¿Quizás vivir? – apostillo.
– Para no herir más mis más oscuros pensamientos, me fui a mi rincón de los libros perdidos y al rato perdí el sentido. Soñaba que tenía un sueño y quise escribir, quise hacerlo mío, pero me di cuenta que ya estaba escrito y me puse a leerle a Él, al Maestro:

PUEDO escribir los versos más tristes esta noche.
Escribir, por ejemplo: “La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos.”
El viento de la noche gira en el cielo y canta.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.
En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.
Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.
Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.
Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.
La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.
De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.
Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.
Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.
Aunque éste sea el ultimo dolor que ella me causa,
y estos sean los últimos versos que yo le escribo.

Pablo Neruda
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