jueves, 4 de marzo de 2021

Seguramente, algo hicimos mal


El realismo social de Thomas Kennington

04 marzo 2021

Luchar cada día por la vida, por la de los tuyos desde que eras un chaval, buscaba libertad y yo, como muchos, lo intentamos. Bebimos de las enseñanzas del Régimen Franquista pero nos defendíamos como muchos sabíamos hacerlo a base de trabajo, asunción de cargos de responsabilidad y sacrificios, muchos sacrificios y muchas noches sin dormir dejando la vista sobre un tablero de dibujo o sobre un papel haciendo certificaciones de obra. La vida no nos regaló nada, solo unos ancestros que lo hicieron todo por nuestra educación, la verdadera, la que no se contaba en las escuelas, eran las enseñanzas de las comidas, las cenas y la de los domingos en familia. Ellos hicieron lo mismo o aún peor, ellos tuvieron que ver como la Patria se desangraba en una estúpida y cruel guerra fratricida que los condenó a todos a verse obligados, la mayoría,  a empuñar las armas para combatir estúpidamente y sin idealismo alguno, contra la otra mitad del País por el simple hecho de estar viviendo en Zaragoza o en la Barceloneta. Unos creyeron que ganaron la guerra y otros, también, aunque se lo crean con una diferencia de casi cuarenta años, pero ninguno de ellos la ganó pues eso fue nuestro patrimonio, regalar nuestro esfuerzo, nuestro trabajo y nuestro sufrimiento para levantar un País que se quedó en cueros en el treinta y nueve, cogiendo el testigo de nuestros antecesores.

Cuando veo a una criatura que va sentado en el Bús, manejando el smartphone con los pies puestos en el asiento de enfrente sin ver a nadie, ni a nada, y que te mira con cara de mala leche porque le has hecho quitar esas caras y sucias Nike del asiento; cuando veo a un niño que no quiere comer porque no le gusta la sopa y se le remedia su ansiedad con patatas fritas de bolsa; cuando observo que un funcionario se vanagloria de que ha cogido el turno de noche porque así, duerme, y solo trabaja tres días a la semana, cuando veo a un hijo de su madre decirle a un anciano: “Viejo, me vas a pegar o qué?” porque le ha llamado la atención por tirarse a la piscina comunitario haciendo la bomba; cuando veo que una muchacha prefiere dejar un empleo porque la hacen limpiar las papeleras propias por unos miserables 800 €/mes; cuando me aterrorizo porque un adolescente te levanta la voz porque le llamas la atención por aparcar su flamante coche pequeño y negro sobre un paso de peatones; cuando te das cuenta que si viene de frente una pareja joven en una acera estrecha, te tienes que apartar a pesar de llevar tu gayato; cuando veo esos horrorosos espectáculos nocturnos donde nuestra juventud se empapa la vida y la salud en alcohol; cuando veo a ese profesor indefenso llamando la atención de los padres sobre el comportamiento animal de sus niños sin éxito alguno; cuando veo ese desprecio por el valor de las cosas, de los sentimientos, del respeto, de la fidelidad, de la responsabilidad; cuando veo “jóvenes” con casi cuarenta años durmiendo en casa de Papá;  cuando veo que ... no sigo, pero es justo entonces cuando pienso que algo hicimos mal. Sin duda.

N: Lágrimas de un caduco y veterano ser, que un día creyó ser moderno y ahora se quedó fuera del campo de juego sin saber como ha sido, ni de donde ha venido lo que tenemos aquí. No le hagáis caso, este año cumple 72 y aunque está feliz, de vez en cuando se le va la "chota", tiene ramalazos de impotencia, de incredibilidad y de desesperanza. Solo eso, ya se le pasará. No hacedle caso, podría entraros ganas de arreglarlo y eso es cosa, exclusiva, de los que tienen poder.

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8 comentarios:

  1. Enrique.Tus reflexiones son exactas.
    Viven con sus máquinas, son sus extensiones..
    Tenemos la visión del mundo que hemos vivido, no podemos entrar al mundo virtual que les pertenece.

    Son otros padres los que educan, para otro sistema que vendrá. Es muy difícil decir NO.
    Espléndido tu escrito!
    Un abrazo muy fuerte.

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    1. Gracias Stella, así lo veo. Tengo cinco nietos, (el mayor tiene apenas 14), y me preocupa.
      Un abrazo muy fuerte.

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  2. Adhiero absolutamente a tu pensamiento y reflexión. Aquí en Argentina sucede exactamente lo mismo.
    Las grandes falencias en lo educativo están en el seno de las familias que dejaron de "tener tiempos, asumir compromisos como padres, confundir ser un padre "moderno" con el dejar hacer, olvidar la educación de los valores como primordial entre otras cosas, y encontrar siempre el justificativo para desentenderse de ello.
    La comodidad frente a la educación también aparece frecuentemente, como en el ejemplo que leo.."Prefiero darle lo que me pide antes que escucharlo llorar o hacer berrinches."
    Yo recuerdo mi infancia y si bien teníamos algunos juguetes, jugábamos con otras cosas, inventabamos...simplemente "jugábamos" y lo mejor de lo mejor...éramos super felices.
    Hoy los niños se "aburren" con miles de juguetes y juegos en la casa.
    Los educadores de niños pequeños observamos que no saben esperar, todo tiene que ser "YA" y si no lo obtienen llega el capricho.
    Si hacemos una proyección de estos comportamientos, tendremos jóvenes que buscaran obtener como sea lo que desean, satisfacer sus gustos mas que sus necesidades, que escasamente tendrán empatía y verán la vida desde su propio ombligo.
    Aclaro: NO DIGO que esto pase en todas las familias...digo que pasa en muchas y en el mundo entero, como tambien pensar y expresar que es tarea de la escuela, cuando en realidad ESTE ROL es de la familia, como sea que esté conformada. Abrazo grande querido Enrique...y gracias por "sacudirnos" a diario y llevarnos a mirar varias veces donde estamos parados.

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    1. Gracias a ti, querida Eli. Me alegra saber que tú, siendo aún joven, puedas entender lo que aquí intento explicar. Es un mensaje al mundo, especialmente al mundo que vive en la abundancia. La abundancia destruye, la escasez, construye y no hablo, tan solo, de la sensación materialista en la que hoy vive nuestros jóvenes, donde todo les parece un derecho y se les olvida el significado de la palabra esfuerzo.
      Un abrazo muy fuerte.

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  3. En este mundo todo va empeorando, los niños con la educación de ahora no serán como nosotros y no me imagino cómo educaran a sus hijos.... Saludos amigo Enrique.

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    1. Me preocupa, amiga Sandra, pues tengo cinco nietos y el mayor solo tiene catorce.
      Un abrazo de sábado.

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  4. Totalmente de acuerdo contigo Enrique, a mí me da miedo pensar en el mañana de alguna juventud de ahora.

    Abrazos.

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    1. A mí también, Conchi. Tengo cinco nietos, el mayor con 14 y el menor con 7.
      Pánico.
      Un abrazo.

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