Cosas del amor, tocar fondo y eso de "El muerto al hoyo y el vivo al bollo"

Publicado el 7 junio, 2019      etarrago - etfreixes 

07 junio 2019

– No había razones para el buen humor, hoy, en el escenario más oscuro y arrinconado del Ateneo. Hace un año murió “El Panda”, que era un joven de mi edad para el olvido, un setentón, al que nunca se le conoció mujer, fama, dinero, ni propiedad alguna salvo el tétrico cuarto piso de un esbelto edificio de El Campello, cerca del mar, lejos del centro y con una magníficas vistas al cementerio o algo parecido.

– Pero hoy apareció en ese oscuro rincón de la Misa Tabernaria, quien dijo ser su amada, viuda y joven cincuentañera esposa. La mayoría de los afligidos compañeros de Ateneo de las madrugadas perdidas, al oírla y, sobre todo, verla, abrieron los ojos de par en par y sus cabezas de asombro se movían con lentitud pero insistentemente, por lo que parecían ser las del muñeco perrito del coche, de arriba a abajo, sí,  la desnudaron con la vista, (me refiero al alma), hasta que llegó la Loli, la Jefa de la Misa Tabernaria y dijo: “No me digas que tú eres Lucía”.

– Los ojos de los “chicos”, incapaces de mover un músculo y mucho menos el que mueve a la lengua para que pudieran soltar ruido alguno, parecían platos de esos que se ponen debajo de la especie de tapa que te ponen en las comidas de los Restaurantes de lujo, grandes, luminosos y la parte óptica diminuta y encendida, en el centro.

– Lucía, al ver la cara de los atónitos chicos del PREU, les dijo: “No os preocupéis, estoy bien, he venido porque voy a dar un paseo en su recuerdo por el paseo de las jacarandas que es como él le llamaba y quería proponeros que me acompañarais”.

– Sin que se oyera, se oyó un largo suspiro con un gutural Aaaaaaaaaaaaah de fondo, que disipó las dudas de los amigos del desaparecido Panda y todos a la vez se levantaron como si de un resorte puesto en el culo hubiera sido disparado, tanto que a Antoine, el más golfo, perdón, el más rápido, al hacerlo tiró el café encima de los pantalones de Leandro que, como siempre, los llevaba blancos, provocando el “mecagüentó” consiguiente del madrileño.

– Lucía, la linda y minifaldera viuda, nos contó que le añora mucho pero que ha conocido a un chico de Santa Pola que era amigo de su marido y al final ella ha notado que se está enamorando de él, que salen a bailar a Benidorm los viernes y los sábados la nuit y que ella ya está pensando en irse a vivir con él en el chalet que su nuevo amor tiene en Santa Pola, frente a Playa Lisa.

– El paseo duró dos horas terminando, como no, en la Parroquia de la Playa, pero yo al subir la cuesta de la Avenida Benidorm, me paré a su inicio pues los chicos iban a una velocidad de vértigo detrás de la niña cincuentona contándole batallas a cual más gorda, incluso propuestas de mayor alcance ante lo que ella solo sonreía, sí, sólo sonreía y se dejaba querer.

– Estuve un buen rato de pie, a mi ritmo, pero mientras regresaba en dirección al quiosco pensé en eso que se dice siempre y que tanto debe doler al mundo de la España más retrograda, tal como: “El muerto al hoyo y el vivo al bollo” … aunque puede que haya otras personas que lo actualicen de forma menos burda actuando y siguiendo el pensamiento de Michael Palmer: “A veces tenemos que tocar fondo antes de que sepamos cómo disfrutar, realmente, de la vida”.

– En fin, el día no fue malo del todo … hoy no me caí, me refiero a eso de besar el suelo, pero perdí parte del alma en el camino.

 EnriqueTarragóFreixes