sábado, 30 de julio de 2016

Eurico, Federico, el Sumo, el Adamismo y mi vieja sordera que no cesa.


Fotografía [Blanco y Negro]:

Fotografía del Blog: es.paperblog.com



30 julio 2016

- Eurico, como yo, es un chico muy sesentón que entiende Sumo por humo, que transforma el que Pepe se vaya a Soria en lugar de la pepitoria y que, como yo, tampoco oye nada por el oído izquierdo o por el oído que le conviene. 

- Pero Eurico, como yo, ya no sabe muy bien, a veces, lo que le cuentan o eso hace creer, pues su ótico lado izquierdo ha decidido marcharse a otro mundo. Pero, ay de él, Eurico, como yo, por eso y por muchas cosas más, y en oscuras combinaciones pseudoanimalistas, hasta se traga, de vez en cuando, algún sapo crudo por su especial debilidad por conocer el sexo de los ángeles, por el adamismo  y por sus otras debilidades más personales de tipo pseudocardiológico, pseudoneurológico, pseudoapostólico y romano y, especialmente, por haber perdido demasiadas plumas en absurdas peleas de buen gallo cual fue y que a nada le condujeron en su dilatada vida mundana y hasta pagana.


- Eurico que, como yo, tiene muy endebles los tabiques ventriculares, procura no entrar en disgustos y, como yo, es de los que opina que para él todo el mundo es bueno y , aunque sabe que algunos incluso lo son, evita, salvo notables excepciones, las polémicas absurdas, los apasionados besos de tornillo con cualquiera y - como yo, y como no - también desprecia la nefasta y desagradable idea de creer que pudiera convertirse en lapa por su especial condición de vida cual es la de atarse a una roca hasta morir.

- Eurico, como yo, adora la soledad y a la buena gente, esa gente que lo da todo y que pocas veces pide nada a cambio. Gente que, de vez en cuando, se rompe cuando alguien con mal gusto o por error, atenta a su dignidad, a su forma de pensar y hasta a su forma de hacer; gente que actúa de modo vehemente ignorando el daño irreparable que con ello producen en ese tipo de personas. Mi consejo, como los buenos árbitros de boxeo, les diría a todos antes de empezar el combate: "Dense la mano y luego dense hasta reventarse, pero háganlo con limpieza".

- Para terminar y sin que suenen mis palabras a coña de madrugada de un sábado abrasador, diré que lo peor y lo más chocante, de Eurico es que él no se llama así por mucho que yo así le nombre siempre ... él se llama Federico. Lo mejor, no obstante, y sin broma alguna que pueda confundir al personal de mi entorno más celestial, diré, que eso, yo, lo sabía desde el primer día ... por ese motivo y no por cualquier otro, yo, como todo el mundo puede entender,  le sigo llamando Eurico.


PD: Si no habéis entendido nada, no os preocupéis, cuando os encontréis en ese lugar y en esa situación, lo sabréis ... antes no.



enriquetarragófreixes




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