20 septiembre 2023
- Un morado en la barbilla, una muñeca vendada y cara de haberse bebido la noche de las noches. “Les femmes ne savent pas ce qu'ils veulent, Henri” – La escena era de las que se recuerdan hasta el día de los juicios y de las apologías. Antoine era un poema andante, solo hablaba del amour y de Felisa, que es una joven veterana que le sigue la cuerda durante los fines de semana en los que Matilde, la Loli o su propia mujer, no ponen empeño alguno en tenerlo cerca.
“Tomamos unas copas en ese local de la Playa, luego me dijo que si quería acompañarla a casa que su marido estaba de guardia. Le ataqué a la segunda copa y cuando ya estaba en deshabillé, pero al principio, si bien fue muy receptiva, luego se echó atrás, si, me dio por cogerla como un saco, me la eché al cuerpo y andando como un gladiador me la estaba llevando al dormitorio y, entonces, como una verdadera fou, va y me dice … No Antoine, no, ahí, no, que esa es la cama donde duermo con mi marido. Y me empezó a bofetear y a chillar, todo al mismo tiempo, hasta que, como pude, me fue por la ventana pues los chalés del entorno empezaron a encender luces. Con las prisas me caí por las rocas, pues esa zona del Cabo es muy bonita, pero très dangereux. Acabé en el Hospital de San Juan, a eso de las tres de la mañana y aquí estoy”.
- Tener amigos golfos es siempre un lujo y si no lo es, es algo que no sabría como llamarle, pero que, en todo hombre, curiosamente, resulta tan necesario como virtual.
- Leonor, que, como ya sabéis, no se pierde una, pues tiene un oído más largo que un discurso del presidente Pedro Sánchez, se acerca a mí, cuando ya se ha ido Antoine a calentarle el ego a la Loli, y me dice: “No me imagino, Enrique, a una mujer contando esta historia” – ¿Por qué? – “Porque cuando la cuenta un hombre lo hace en clave de hazaña, pero si lo cuenta una mujer todos dirían y/o diríamos, que es una puta”.