21 julio 2017
Ay, vaya con esas relajadas tardes de verano …
Le contaba, hace un ratito, a un amado amigo, en forma subliminal, claro, que en el amor no hay sexo ni condición. No es que existan distintos niveles de amor, ya sabéis: Amor a Dios, amor hacia los amigos y luego, entre las categorías del denominado amor pasional, está el amor ciego, sin más, y el utópico, si, ese del que crees haberte contagiado hasta morir y que luego solo dura dos actos sexuales desconocidos o dos gestos autoconsoladores, según seas capaz de lograr un acercamiento o no. Pero, hablando de ello, nada mas lejos de poder olvidar a uno de esos amores utópicos, si es que, además, los culminas hasta morir, mientras en el fondo vas oyendo una canción que has puesto en el “sinfín” de tu Cassette, preparando el escenario adecuado al cielo que te alumbra y esa no es otra que ese Himno de Miguel Ríos que tanto me pirra:
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