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02 mayo 2009
Baños San Sebastián, Barceloneta 1958, me escapé mientras mi Agustín tuvo un descuido y se durmió. La piscina familiar iba de 1,00 a 2,50 m de profundidad, fui avanzando desde que el agua la tenía en el pecho y cuando ya la tenía por encima de la nariz resbalé y nadé. Volví a la toalla y le dije: Papá ya sé nadar. Tenía 9 años. Mi Agustín ni se inmutó, yo tenía la cabeza alta, el me miró a los ojos durante unos larguísimos segundos, finalmente se arrodilló, me cogió en brazos y lo sentí tan cerca como nuca, tanto, que nunca lo olvidaré.
Después hice algunas locuras más pero no todas salieron bien, bueno; la mayoría si, además fueron las mejores, ¿verdad cariño?
Baños San Sebastián, Barceloneta 1958, me escapé mientras mi Agustín tuvo un descuido y se durmió. La piscina familiar iba de 1,00 a 2,50 m de profundidad, fui avanzando desde que el agua la tenía en el pecho y cuando ya la tenía por encima de la nariz resbalé y nadé. Volví a la toalla y le dije: Papá ya sé nadar. Tenía 9 años. Mi Agustín ni se inmutó, yo tenía la cabeza alta, el me miró a los ojos durante unos larguísimos segundos, finalmente se arrodilló, me cogió en brazos y lo sentí tan cerca como nuca, tanto, que nunca lo olvidaré.
Después hice algunas locuras más pero no todas salieron bien, bueno; la mayoría si, además fueron las mejores, ¿verdad cariño?
Te acuerdas mucho de tu Padre, ¿verdad?, - Seguramente amor, quizás cada vez mas.
En esas horas tontas, en las que el alma vuelve a sentirse feliz con ella misma y con la nostalgia de una muy feliz infancia, pensando que todo ha servido, que todo lo pasado ha valido la pena, no me perdería ni un segundo de lo vivido aunque me quede como estoy amor. Va por él:
