19 diciembre 2009:
Las Noches del Viernes son lo que son y no dan para mucho más. Por eso no hay que ser muy exigente con la noche, ni con los actores que representan la comedia más esperada de la semana.
Nadie lo podía esperar, solo hablábamos de lo mal que estaba el tráfico. “Está todo el mundo en la calle Enrique”, me decían, “no vendrá nadie hasta las once. Están todos atascados”. “Llueve a mares y toda la ciudad celebrando la Pre-Navidad con la otra media”.
No quise escuchar a uno de los conferenciantes cuando dijo que la noche sería larga y fría. “Mira; Antonio y la Banderas, (le llaman así por los vestidos que se echa al cuerpo y no por parecerse a nadie), se han reconciliado, cualquier día viene por aquí su marido y los mata a los dos”. Pero yo no estaba dispuesto a escucharlos, ni a que nadie me amargara la noche.
Al rato de comenzar la charla, la primera pregunta que hicieron algunos de los asistentes era sobre que ordenador regalarse en Navidad. Claro, eso está bien, te consideran un entendido en la materia, (ninguno de todos los que tengo funciona bien), y piden consejo, repito; eso está bien, pero claro, si de lo que estamos hablando es sobre la influencia de lo material en la relación entre Padres e Hijos, pues NO, no más bien NO, no tiene gracia.
Pero a pesar de ello, yo quería seguir estando encantado de conocerme y me dediqué a no sentirme herido por nada. Pepe, el de Benidorm, decía que aquí nadie tiene seso para esto. No sé por qué nos molestamos en dar estas charlas, me decía. Pero yo le dije que no debía desanimarse, lo nuestro debe ser ”machacón”, insistir e insistir, eso es lo nuestro. Además, estamos en Navidad y la cosa no está para “barullos”.
Antonia me dice; “Oye Enrique, no vayas al lavabo de la zona A, pues allí están oyéndose unos jadeos que no son de recibo. Hay que quejarse a la Dirección del Local”. Luego resultó que el del jadeo era Juan, el rubio de Oro, que tiene, a sus 73, muchos problemas con su próstata.
Me salí un segundo a regalarle un desahogo a la mía, cuando de pronto vi a una multitud silenciosa, y “plausiva”, en la sala de TV. Paré, miré y decidí acercarme. Horror; Estaban viendo la 5, el Sálvame de Luxe y la Hestevan en pantalla con su nuevo “luc”. Luego descubrí que fue el programa más visto de toda la historia de la TV.
Salí tan aturdido que ya no me quedaron otros argumentos. Le di un gran a brazo a Tino, otro al Angel de La Noche, también a otros 8 más, después me retiré a un rincón a contar ovejitas. Mi suerte fue que mientras meditaba sobre la montaña de la estupidez humana que cada día debes sortear, se escuchaba una de mis favoritas de siempre:
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