28 enero 2011
Si, ya sé que es viernes y el alma tiende, como el gas, a expandirse, a ocupar todo el espacio que le den, pero hace un rato y no me preguntéis por qué, me acordaba de aquellas largas conversaciones que hacía con mi niña, desde la Playa de Teguise, en el 86, cuando no había teléfonos móviles y la única comunicación existente estaba en una cabina telefónica a la entrada de Arrecife donde debías pedir turno, a otros tantos enamorados, para poder hablar. La Luna nos veía a los dos y yo la veía en ella.
¿Donde vas, Enrique, a estas horas? - Me voy de Teguise hasta el cielo, Mariano, me voy a mi cabina a hablar con la luna – ¿quéee?
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Yo sigo igual, quizás mas que nunca, eso es una importante razón para vivir.