Me encuentro con un amigo de esos de juventud, que quiere decir de esos que dejas de ver inmediatamente que te casas o de esos que también dejas de ver cuando los niños se hacen mayores y ya no salimos juntos a pasear por Montemar, por el club, o a regalarnos una larga mañana de baño en la Playa de San Juan.
Si, Luqui* era y es uno de esos transgresores de lo correcto por naturaleza, Luqui* es de esos que era de izquierdas cuando mandaba Franco y que ahora es del PP, del grupo de los duros, “como hay que ser, Enrique”, me dice. Pero junto a él estaba, también, otro de esos amigos de la época, que era justo la otra cara de la moneda. Joan*, que era lo mas parecido a un cura de barrio de los de mi época, era un tío sensato, en las carreras delante de los grises él siempre estaba en otra parte, pero en los cenáculos era el tío que mejor interpretaba nuestros pensamientos, los templaba y los moderaba hasta darles un sentido político que daba mucho que hablar a los de la Secretaría del Movimiento que siempre andaban por todas partes escuchando todo lo que se hablaba y lo que no.
Pero Luqui* y Joan* son ahora dos acomodados políticos de lo imposible y se dan sueldo, buena vida y una visa para sus gastos que para nada hace recordar aquellos tiempos que vivimos juntos en los 60 y en lo que todo nos parecía mejorable. Teníamos algo por lo que luchar, idealizamos aquél momento, seguramente, pero éramos, emocional y existencialmente, muy felices. ¿Dónde habéis dejado aquellos “por qué luchar” y aquel idealismo pueril tan puro como digno, amigos?
Luqui* se ha puesto a reír, es un buen político, muy comercial, aguanta todo lo que le echen y es un gran amante del “¿y tú qué? y del “tu +”. Es lo que ha aprendido en estos años donde una gran parte de la clase política se ha acomodado en sus reales cataplines y a hacer de esto, la política, su trabajo y su negocio.Pero Joan* me ha sorprendido, bueno, quizás no, él, siempre, ha sido un ideólogo, mientras hablaba Luqui, él iba maquinando la respuesta pues supongo que le ha sonado a “bronca” mi pregunta. Finalmente me contesta con tono suave, como un cura, como un ideólogo de salón: “Enrique, no se si te das cuenta pero nada ha cambiado, todo sigue igual, la obra es la misma, solo ha cambiado el vestuario, el escenario y el tempus, igual que los actores nosotros ya no podemos hacer según que papeles, cuando eres joven puedes hacer el de revolucionario que asalta edificios y monta barricadas, con los años te dan otros papeles y te tienes que adaptar, la edad no perdona”.
El café, seguramente, se me ha amargado, pero una vez me he tomado el segundo, en soledad, me he dado cuenta que tras mucho pensar y recordar a todos y cada uno de mis amigos de juventud y a otros que no lo son, y una vez les he hecho la doble foto imaginaria en el tiempo, de ayer y de hoy, las he visto y ...
Feliz día, amigos, cuidado con los mutantes, hay tantos, (o muchos más), como palomos cojos se van a esa cachonda y divertida concentración, organizada por internet, en Extremadura.
PD: * Los nombres DE LOS PERSONAJES son absolutamente imaginarios
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Sin duda amigo, hay que llevar mucho, pero que mucho cuidado. Hay demasiados palomos cojos.
ResponderEliminarUn saludo
23, 23, 23 , ya sabes, asíiiiii los hay. Gracias argy
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