Vida Regalada

12 abril 2011

“Mucha crisis pero las terrazas de los bares están a tope, Enrique” – Así me recibían mis fans cafeteros, hoy, pero yo no les he hecho caso. Ayer un amigo-e, EKK, me decía que de tanto refunfuñar cada vez se acordaba mas, mucho mas, de lo que le contaban sus padres, y sus abuelos. O sea, hablamos siempre del mal de juventud, pero ya no nos acordamos de que nosotros algún día también lo fuimos. 

Pero… vamos a ver, yo no me acuerdo de que por tomarme dos cervezas y una de calamares a las doce de la mañana, en la Plaza Real, cuando nos escapábamos de la UNI de la época, pasara algo y mucho menos, me acuerdo aún, de que pasara algo grave si, además de hacer campana, nos íbamos a casa de Lola a repasar los apuntes para los trimestrales. Allí no había birras ni nada parecido, pero hacía un chocolate con melindros que te podías morir. En fin, el pecado es el mismo, pero no el instrumento del pecado, qué lástima, todo se acaba, cambia todo, ahora es mejor o peor, no lo sé, pero yo me quedo con las excursiones a Montserrat, las fiestas de Casa Enrique en el Pasaje San Pablo y los manoseos del Savoy, que queréis que os diga. 

“No, no digas nada, Enrique, es que todo lo que se ha vivido es siempre mejor, y así será siempre, cada cual lo vive en su tiempo y el tuyo, y el mío, ya han pasado, ahora tenemos otros momentos que son tan o mejores que aquellos, ¿verdad?” – Pues claro, que tontería, claro que si, lo que lamentaría es que alguien de los de hoy se quedara sin vivirlos y eso es, lo que veo en algunos, lo que me preocupa, se están quedando sin juventud.

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