La madrugada, esa amiga poco
comprometida, solitaria y feliz
12 enero 2013
Hablaban
acaloradamente sobre las cosas de cada día, si, las golferías de los de
siempre, de los Recortes del Rajoy, de los dichosos Asesores Políticos y
de la banda de empresarios que cada uno dice saber y conocer
de buena tinta, sobre determinadas connivencias que les han mantenido cerca del
poder, en su misma cama y con esa aura que les hace inalcanzables para esa
deteriorada Justicia sobre la que todos dicen no creer en absoluto.
Pero
la Loli estaba ahí, casi sola, consolada por un entristecido y envejecido
Antoine que lucha por entender porque a las dos mujeres de su vida les ha
tocado la misma suerte y el mismo mal. Sabemos que Matilde está mejor de ese
mal de males que la ha alcanzado pero, en fin, eso es lo que se dice siempre y
luego, un buen día, se van sin que nos hayamos enterado de casi nada y, encima,
nos maldecimos para no haber sabido encontrar un hueco para despedirnos
dignamente de ellos.
Decía
que la Loli estaba triste porque no sabía como organizar la fiesta de la
Primera comunión de su nieta pues su economía no le permitía hacerlo con el
boato que ella quisiera. El caso es que, el niño, el padre de la criatura, que
no tiene un duro, quiere una fiesta heavy y sin corbatas y la Loli lo que
quiere es un cuento de hadas, con coches de blanco satén, orquesta y fiesta en
una de esas naves que al efecto se organizan en esos inolvidables y pijohorteras eventos.
Así se han puesto a programar cada una de las escenas de esa futura fiesta y a
mi me ha entrado ese mal que me afecta desde hace ya algún tiempo y me he
puesto a recordar como fue la mía.
Me
acuerdo que el largo pasillo de la Casa de Padre Claret, frente al Hospital de
Sant Pau, estaba llena de sillas y ahí estaban sentados “cientos” de familiares
que yo no sabía muy bien quien eran. Habían venido desde todos los pueblos
donde había alguien de la familia. Encorbatados, ellos, y con trajes bien
coloreados, que parecían salidos del baúl de la nafta, ellas. Mi madre se
deshacía en atender a todo el mundo y mis dos hermanos se mofaban de mi, como
casi siempre. Yo pasaba el libro de firmas y la gente me iba dando los regalos.
Me acuerdo que mi tío Joaquín, el Monzó, que era el rico de la familia, me dio
una estilográfica Parker con la plumilla de oro, la cual, ahora que lo pienso,
se que aún la tengo por ahí. La fiesta era inmensa y nunca pude entender, de
mas mayor, como habían podido entrar en esa casa tanta gente ese día. El
comedor parecía una amigable cola de racionamiento de la época, todos con el
plato en mano y pidiendo tarta, helado o lo que dieran. Todos eran gente de
buen color, robustos y alegres. Mi Padre estaba haciendo helado en la terraza
del comedor, la que daba al patio de manzana, el cual se hacía de una forma que
aún recuerdo como si fuera ahora mismo. Un enorme cilindro plateado lleno de
vainilla o algo parecido, que se metía en otro recipiente de madera de mayor
tamaño. Entre ambos recipientes quedaba un espacio que se rellenaba con hielo
que, previamente, habíamos bajado a comprar al Bar Plus Ultra, el de la esquina
de la Plaza del Hospital, y allí se sentaba mi Agustín a darle vueltas con una
feliz manivela hasta que conseguía que la vainilla se convirtiera en helado. Lo
mas curiosos es que me acuerdo de casi todo, si, de las fotos, del libro de
firmas, del helado, de la fiesta, de los tres o cuatro mil besos que me dieron
ese día, pero no me acuerdo, para nada, del momento culminante, si, el de la
propia Comunión en la Iglesia, la cual, supongo, la haría en la Parroquia del
Espíritu Santo o en el mismo Colegio del Obispo Irurita, no soy capaz de
acordarme de nada de ello y es que, no se muy bien por qué, de ese momento no
hay fotos.
“Enrique
¿me has oído? mi consuegro ha dicho que pagará el menú si no somos mas de 40”
– La Loli seguía explicando todo como si de la misma boda de la Princesa Sofía
se tratara y yo me he quedado pensando en que todo podrá ser como ellos dicen
que va a ser, pero yo se que no es lo mismo, a lo de ahora le falta poesía, no
es lo mismo, no, quizás siempre haya sido así y yo no se verlo, pero que le
vamos a hacer, a mi me gusta recordarlo como me lo imagino y así quiero que
siga siendo.
Feliz
sábado a todos, que eso, por si solo, ya no es poco.
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