viernes, 31 de julio de 2015

Resiliencia - Papá, dejo el trabajo porque no me realizo y mi jefe … NPI


Creo que algo se nos escapa

31 julio 2015

Las comidas con los amigos veteranos, siempre son una fuente de realismo y de comunicación suprasensorial que aún y por esperada, siempre sorprende.

En mi comitulia de ayer, unos de los comensales nos contaba que una de sus hijas, Ingeniera de Caminos, que trabajaba en una Consellería, en Valencia, desde hacía ya dos años - lugar ese, que siendo contratado, sin plaza, acaban, al cabo de muchos años, o varios,  siendo funcionarios de clase - pues digo trabajaba porque la muchacha, a sus 32, ha decidido dejarlo pues a su santo criterio su trabajo en esa oficina ni era creativo, ni le aportaba nada a su CV, ni a su formación. Pero siendo eso importante, la cuestión de mayor peso para la toma de tal decisión la constituye el que su jefe, un veterano ICCP, no sabe mas que ella, según le dijo, ella misma, a su padre … “Papá, ese tío no sabe nada, no tiene NPI

Mi amigo, el comituliano, y todos los demás no hemos atinado a hacer comentario alguno, por si acaso se nos mal interpretaba, pero no hizo falta hacerlo, no habían bastantes pañuelos para secar lágrimas y moco a barullo, para consolar y secarle la cara, al Padre de la treintañera, pues se daba golpes en la cabeza y decía como si estuviera poseído por un Lucifer de barrio: “No lo puedo entender, con lo difícil que es encontrar un empleo … DM, DM … “. La cosa no fue a más, bueno, sí, luego nos contó los detalles, es decir, las consecuencias, sí, la niña se venía de Valencia y se ponía a vivir con él hasta que tuviera empleo y algún dinero para alquilar algún apartamento en La Playa y, ah, que como él apenas usaba el coche, había decidido que sería ella la que se lo quedara.

Para aclarar las cosas diré, si es que hace falta y aunque lo haga en nuestro descargo, que cuando yo era aún un incipiente neo-titulado, allá por los setenta, un querido y viejísimo profesor de economía aplicada, en una de esas extrañas conferencias a las que uno asiste cuando es un aprendiz de todo lo que le quieran contar, se empeñó en explicarnos el significado de la palabra Resiliencia y desde entonces, desde que aprendí lo que quería decir, la instalé en el vestuario de mis comportamientos. Quizás ese concepto se le haya olvidado añadirlo a quien manda en la página uno de los planes de estudio de cualquier nivel … ¿Verdad?

La resiliencia es la capacidad de una persona o grupo para seguir proyectándose en el futuro a pesar de acontecimientos desestabilizadores, de condiciones de vida difíciles y de traumas a veces graves.
La resiliencia se sitúa en una corriente de psicología positiva y dinámica de fomento de la salud mental y parece una realidad confirmada por el testimonio de muchísimas personas que, aún habiendo vivido una situación traumática, han conseguido encajarla y seguir desenvolviéndose y viviendo, incluso, en un nivel superior, como si el trauma vivido y asumido hubiera desarrollado en ellos recursos latentes e insospechados.
Aunque durante mucho tiempo las respuestas de resiliencia han sido consideradas como inusuales e incluso patológicas por los expertos, la literatura científica actual demuestra de forma contundente que la resiliencia es una respuesta común y su aparición no indica patología, sino un ajuste saludable a la adversidad
 
Saliendo ya del Ateneo, camino de la Misa de 12, uno de los más fieles me pregunta: “Enrique, eso de la Resiliencia, nos lo cuentas siempre … ¿No te pones un poco pesado?”  …