07 diciembre 2009
Se fue el frío y apareció nuevamente esa temporalidad primaveral, que tanto disfrutamos aquí, los de aquí.
Hoy mi querido Paco, mi tete, celebra el segundo cumpleaños de su linda nieta, pero yo no pudiendo estar más contento por ello, celebro, cada minuto, tan solo poder seguir aquí.
Oye, eso suena a tremendismo. Seguramente será así, pero es lo que quiero hacer y es lo que hago. Celebrarlo no es tan “caro”, solo se trata de hacerlo con quién quieres y, además, tengas la suerte de poder hacerlo.
¿Y a qué viene esto?
Esta mañana, mientras iba a mis cosas en el centro mismo de esta querida Ciudad, (Alicante), he visto a un hombre al que conocí hace unos veinte años, al menos.
Entonces él “era” un importante "cargo“ de la CAM y hablar con él era como una concesión del estado, es decir, imposible salvo que seas amigo de uno de “ellos”.
Pero hoy le he visto con un carrito de la compra, (o algo parecido), y con sus dos metros de Humanidad andante le he visto por O´Donell, frente al BBVA, con la vista en el suelo y andando como si fuera un robot.
Me he plantado ante él y, de un modo sorprendente, ha levantado la vista y me ha dicho; “Hola Enrique, como te va”.
Superando mi sorpresa, no con cierto aturdimiento, le he dicho que bien y aunque he hecho todo lo posible para no contarle lo mío, he descubierto que sabía casi todo de mí.
“Tienes un interesante Blog”, me ha dicho, pero no hables de economía, eres un desastre para ello. Tras un rato de charla y del desentierro habitual de anécdotas del pasado, me ha estado contando cosas muy tremendas, tanto que ahora, seguramente, no debo contar aquí.
Han sido cosas muy sinceras y muy profundas, como sus mismas lágrimas, las que soltaba por la falta de esa querida compañera que una mañana de la primavera pasada se le fue sin avisar. Un cáncer hepático se la llevó.
Me he acercado al Corty de Soto, he ido a encontrarme con mi amigo Ricardo que ahora está de jefe en la Cafetería y Preparados de Planta Baja hasta que pasen las fiestas, nos hemos dado un virtual abrazo y él me ha invitado a un sabrosísimo café. Hemos hablado de nuestros amores y he comprado dos Botellas de Cava para celebrar que la tengo conmigo. “Hay que cuidarlas Ricardo, hay que cuidarlas”, cuando tengas mi edad sabrás de que te hablo.
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