07 diciembre 2009
Muchas veces me insinúan algunos amigos y gente querida, que soy un “vil adulador”. Pero no creo que tengan razón. Adular es alabar excesivamente a alguien, generalmente con fines interesados, pero a mí lo que me gusta hacer es descubrir las virtudes de la gente y exponerlas en el “escaparate” para que sepan que las tienen, que me gusta que las tengan y que es muy bueno que los demás sepan que las tienen. Es, de alguna manera, dar una palmada de aliento a aquellos que se esmeran en hacer las cosas bien, bien lo sea por su empeño en mejorar su aspecto externo, como por ampliar su belleza interior con gestos que me gusta reconocer.
Por eso me gustó ayer encontrarme con mis amigos de Pozuelo. Ellos quizás si me adulan, pero sea cierto o no que lo hacen, a “mis estímulos de vida” les vino como un plato de jamón de jabugo a mi amigo Juan, el malagueño que vive en Valencia.
Andaba con mi rumbo habitual, había superado la cuesta hasta Mercadona y ya descendía por la cuesta del Holliday, camino de la Playa, cuando a la altura de la Iglesia de la Playa San Juan me encontré a Fernando. Esperamos a que saliera Charo de la Misa de doce y luego estuvimos hablando. Fernando se ha puesto guapísimo con una delgadez que ya roza la envidia, pero Charo está hecha un bombón, guapa y elegante, incluso más, mucho más, que cuando la conocí en el 2007, y con ello no los estoy adulando, como pudiera desprenderse de tanto “azúcar”. Es, solo, la pura verdad.
No se dieron cuenta pero me dieron una enorme inyección de vida con sus alusiones a mi forma de llevar al teclado mis emociones, lo cual veían como la expresión de mi ánimo, siempre positivo, y que tanto hacía para trasladarlo, tanto que llegué a creer que algún día seré capaz de meterme a publicar mi inacabado libro de historias de vida y para vivir.
Luego tuve que aplicarme una enorme dosis de insulina virtual de lo que Maribel se encargó de hacer hasta que consiguió bajarme de la nube.
Mostrar los defectos a quien se los vemos, es una buena manera de enseñar cuando se hace para ello, pero es necesario hacerlo también con las virtudes que muestran. De ambas se aprende, y mucho, a vivir.
Me quedo ahora escuchando esta enorme canción, y sus verdades, de mi amigo Pablo. Escuchándola una y otra vez, año tras año, he conseguido saber que eso puede pasarle a cualquiera que no sepa cuidar lo que tiene:
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Este blog comparte contenidos con otro de mis blogs a modo de copia de seguridad, el uno del otro, hasta el 24 de febrero de 2023
https://enriquetarragofreixes.wordpress.com/