Ud. perdone yo no estoy parado, yo soy Sindicalista

14 diciembre 2009: 

Seguiremos luchando, aunque cada vez nos cuesta más hacerlo.

A veces la cosa del noticiario se pone muy pesadita y no encuentras nada ni nadie que te contente con ellas, me refiero a las noticias. También es cierto que la fauna nacional anda llena de “Iluminados” que siempre tienen algo que decir, aunque sea bueno.

Dios me libre de meterme con la dura labor de los representantes sindicales de hoy, quizás lo que pasa es que llevo treinta años viendo a los mismos y eso, aunque parezca un consuelo, define por si solo en lo que se han convertido. La desvinculación de la sociedad laboral de los sindicatos es tan evidente, que los que tuvimos la suerte de vivir el renacimiento de los mismos en los 80, sentimos una enorme sensación de haber perdido algo que era nuestro, algo que ahora solo es de los “liberados”.

Recuerdo que en una reunión de hace unos años de unos ya maduritos exrepresentantes del SDEUB, (Sindicatos de estudiantes de la Uni de Barcelona de los 70), hablábamos de que cualquier tiempo pasado fue mejor al referirnos al narcisismo que practicaban los representantes actuales de cualquiera de ellos, de cualquier sindicato.

Por eso, hace unos días, cuando nos metíamos, (bromeando), con uno de esos 60.000 liberados sindicales que tomaba un café con nosotros, (que como mucho se nos podría autodenominar como un grupito de viejas glorias de la pretendida cosa democrática de los 70), y le preguntamos al veterano y conocido ejemplar sindica que como podía vivir tanto tiempo sin hacer nada en todo el día y durante tantos años, éste nos contestó con el párrafo que da título al Post, con lo cual entendimos que no entendió nada, ni siquiera que lo que le estábamos criticando era una pura broma, como la madre de Caín que lo era por culpa de él.

Tampoco entendió, cuando le intentamos abrir alguna luz entre las telarañas de su imaginación, que la cosa sindical debiera revertir en el control de la labor, de los derechos pero también delas obligaciones de los que las asumen, de la búsqueda de oportunidades para una clase laboral en el que las profesiones no son apoyadas desde ningún estamento, ni siquiera desde los propios sindicatos, los cuales, sus representantes, se han abandonado a la egocéntrica labor de eternizarse en la subsistencia en el empleo que supone su cargo.

Así todos, y los sindicatos también, hemos conseguido que la meta de nuestras nuevas generaciones se centre en un futuro dependiente del subsidio o del funcionariado.

Por eso hoy, cuando leo el Post de Marc Vidal, no tengo más remedio que estremecerme de miedo al pensar que tendrá más razón que el primer Pedro conocido.

VOCACION DE SUBSIDIADO

El desempleo español alcanza oficialmente casi el 20%, en términos reales ya roza el 23. En zonas como Andalucía o Extremadura el paro roza el 30%. En este momento tan complejo la administración pública no debería ser el refugio de la nueva ocupación. No a este nivel. Y no puede ser porque mientras miles de empresas cierran todos los días y la falta de crédito ahoga a otras tantas, el Estado se presenta como único empleador falseando al propio sistema y engordando la vocación de millones de personas por alcanzar El Dorado público. Es lícito y lo respeto. Querer labrarse el futuro como funcionario o empleado público es una buena decisión personal, pero pongo en duda que sea una buena estrategia en lo social en los tiempos que corren.

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El modelo no tiene pinta de cambio. Más de 50.000 personas esperan resultados de sus oposiciones en estos momentos. Un 15% de los parados están preparándolas y un 40% lo está pensando hacer. Si el análisis se hace entre jóvenes menores de 25 años los porcentajes suben a 20 y 50% respectivamente. Según los datos oficiales que se desprenden de la propia administración de empleo, más de medio millón de españoles en paro está pendiente de ser funcionario.

 

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