Montarse en autobús ya no es lo que era.

16 enero 2010: 

En la Playa de San Juan se sabe dónde están las paradas del Bus porque los “clientes” están siempre en medio de la calle y con la mano en visera, encima de los ojos, mirando al horizonte por donde llegan los coches. Hacen eso, esperando encontrar un 23 o un 24, o hasta un 9 o un 38 de esos que cuando alguien te pregunta a ti, que te parece que llevas toda una vida en la Parada; ¿hace mucho que pasó el último? Y te quedas con ganas de decirle; Pues yo llevo aquí desde un martes del 92, esperándolo.

En mi etapa Valenciana en Necso, (1994-2001), un día de tormentas, hablaba con Gimeno, el Alcalde de toda la vida de Castellón, y le preguntaba como hacía para subvencionar al 100% el billete del Bus para que fuera gratuito. Lo curioso es que también lo era, no sé si aún lo es lo uno y lo otro, el Parking frente al ayuntamiento si la cosa no pasaba de dos horas. Nunca me contestó, ni nunca supe cómo acabó la cosa, pero la gente se tiraba a los Buses como los del Ladrillo al jabugo y a los Restaurantes del Puerto.

Subirse al Bus tiene un grave inconveniente si lo que quieres es sentarte de modo tranquilo y sin que te hagas daño con nadie al pedirle a uno de esos mil iletrados de las normas que, zapatillas en silla de enfrente, ocupan todo el espacio posible que les permite su dulce ego, mientras mantiene una sabia conversación sobre el modo de bajarse sms´s gratis con su compañero de banco que, en igual posición que el primer iletrado, también ocupa con sus Nike la silla de enfrente: “Porfa, me dejas sentar” – Solo le faltó decirme; “Nos ha joio el tipo este”. – Pero, no pasa nada por eso, ya te acostumbras, pero horror, ha llovido y la silla está hecha una mierda que más que mierda debe ser barro de los Nikes del fan de sus normas que, con toda seguridad, se habrá hecho también fan de “topamí” en el faceBook.

La cosa se pone muy tensa si cuando el problema se forma porque una señora de unos 80 años sube y se te coloca con el bolso, la pechera y el paraguas encima del hombro y, además, te suelta el consabido; “Ay, perdone es que estoy tan mayor …” – Coño, o leñe, como dice Begoña, ¿por qué no se habrá tirado encima del iletrado de las botas llenas de mierda?

Pero la alegría del día me la ha dado mi amigo Fran, el de Lleide, que me ha comunicado que esta noche iba a salir en Bus; “Nano el TRAM y el Bus pasan cada media hora y están de servicio toda la noche. Es que si sales con el coche, no te puedes tomar un Tom Collins a gusto en tota la nit y así, con el Bus, me evito problemas” – Lo he visto tan emocionado que no me he atrevido a contarle nada sobre mis experiencias en el nuevo medio de sus amores. Mañana le preguntaré.

 

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