domingo, 17 de enero de 2010

Ya es Domingo, por fin tendré a mis padres conmigo



17 enero 2010: 

Esa era una de las máximas alegrías de los niños de los 50, ahora la cosa no parece ser así. Ahora, en todas partes, la cosa ha cambiado tanto que se podría decir que es como si estuviéramos en una de esas películas americanas de los 80 donde la alegría de los niños es la de encontrarse con su mamá, su papá y los respectivos consortes de ambos, con, a su vez, los hijos de aquellos y éstos con sus respectivos hijos y exconsortes de otros matrimonios anteriores. Una estampa familiar inenarrable, siempre al pie y alrededor de una gran Barbacoa en la que uno de los afortunados padrazos se encarga a de achicharrar los chuletones.

“Qué simpático es el marido de mi mamá"
“Pues si no me dejas salir de noche me iré a vivir con mi padre”
“Papá; Cárgame el móvil que Mamá dice que ya está harta de mi”
“Tú no eres nadie para decirme a mí lo que tengo que hacer, tú no eres mi Mamá”

Pero todo esto que, siempre que lo cuenta alguien que tiene más de 50, resulta que son “Cosas de gente mayor, no le hagas mucho caso”, no tendrías nada de malo si no fuera porque, por lo menos por aquí, eso no es así. La vida multifamiliar y enrevesadamente unida, solo es posible en el cine.

Está claro que eso de: “cómo ya no nos queremos lo mejor será dejarlo” y el “ tú te quedas con la niña y el piso de la Playa y yo con el coche y el chalet de Arganda”, eso no es así.

Las separaciones son siempre traumáticas, llenas de odios, egoísmos, desprecios, desconsideraciones y lucha a muerte por la posesión y por la tutela de los hijos, hasta tal punto que nada puede ser tan horrible para la cultura familiar de los nuevos optantes a emparejarse, como tener que soportar esa etapa de la separación de sus padres en la pubertad o en la niñez, pues cada vez es más corta la relación de la pareja estable, según se aprecia en las estadísticas.

Observando la estadística más cercana, la del 2008, resulta que en ese año hubo 118.939 separaciones, frente a 196.313 enlaces.

El modelo de sociedad está en crisis, los tres puntales de nuestra civilización, “El Contrato, La Religión y La Familia”, están agonizando. Algo tendremos que hacer, de momento bastaría con que nos concienciáramos de ello y de que tener pareja estable es, desde luego, un acto simbólico y real de afinidad sentimental, lo más cercano a lo que algunos todavía llamamos amor, pero es también un acto de asunción de responsabilidad y de cierto altruismo que se convierte en sublime, cuando esa relación produce los frutos naturales que son esa riqueza que aportan los hijos a la misma. No debiéramos nunca olvidar esa riqueza, a veces por encima de otras consideraciones.

Pienso, y veo, que las roturas, no son siempre una cuestión de desamor, es casi siempre un acto de inmadurez y puro egoísmo de una sociedad que se ha encaprichado en trivializar las normas, las formas y las costumbres de los humanos, que, mientras no se diga lo contrario, somos la especie animal más racional, aunque nos empeñemos en lo contrario.

No debiéramos nunca olvidar esa riqueza, la de tener esas criaturas que nos aportan las relaciones de pareja, a veces por encima de otras consideraciones.

De momento, hoy podríamos empezar por llevarlos, desde bien temprano a un largo y familiar paseo dominical.

Cuidaros mucho, y recordad siempre esa frase de Balzac que tanto me gusta repetir: “Puede uno amar sin ser feliz; puede uno ser feliz sin amar; pero amar y ser feliz es algo prodigioso”





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