01 octubre 2010
Las cosas de cada día son, a
veces, de una riqueza sensual y emocional indescriptible, aunque parezca, casi
siempre, mas un encuentro con un monstruo virginal que con la propia realidad.
Susto sí, pero no es lo mismo, la realidad es mucho más cruel.
Se discutía esta mañana, a
la hora del café tertuliano, con la cosa de si “Viejos o Jóvenes, ¿cual es
la elección?”, cosa con la que tropiezan, a diario, todos aquellos jóvenes
y viejos de buena voluntad a la hora de competir por un puesto de trabajo.
Los jóvenes presentes decían
que ellos están mejor preparados que los viejos y los viejos dicen que, a sus
mas de cincuenta, nadie les quiere porque prefieren explotar a los jóvenes con
contratos basura a gogó. Juan, un jubilado de lujo, se arranca con una de
tortilla en plato que “paqué,” con lo siguiente: “Esa es la estrategia de
los bancos desde hace mas de dos décadas, nos prejubilaron a los 52, pasamos al
fondo de pensiones bancario y al paro y a continuación contrataron a jóvenes
sin experiencia con sueldos de mierda” – “Ahora hacen lo mismo”, dice
Pepe, el de la carnicería de Quintana de hace mil años, pero Antonio nos
sorprende a todos cuando dice que lo han contratado en un conocido local de
alterne alicantino donde trabaja casi ocho horas y le pagan cuatro, pero se
sale y bien con las propinas, pues a sus 59 ya no está para poner pegas,
precisamente. Dice, como cosa más sorprendente, que le contratan porque
prefieren caballo viejo que trotón que, al final, se acaba liando con el
gallinero y no trae mas que líos.
Lucas nos enseña en su PC un Cuento que
hoy, curiosamente, me ha mandado Charo, también, que viene a cuento con
la cosa tertuliana de hoy:
La sabiduría de los años:
Un anciano tenía una finca con un lago.
Después de algún tiempo, decide ir a ver si estaba todo en orden.
Cogió un cesto para aprovechar el paseo y traer unas frutas por el camino.
Al aproximarse al lago, escucho voces animadas. Vio un grupo de mujeres bañándose, completamente desnudas.
Al verlo, todas se fueron a la parte más honda del lago, manteniendo solamente la cabeza fuera del agua.
Una de las mujeres gritó: ¡No saldremos mientras usted no se aleje!
El viejo respondió: Yo no vengo hasta aquí para verlas nadar o salir desnudas del lago.
Y levantando el cesto, les dijo: Yo sólo estoy aquí para dar de comer al cocodrilo...
Edad, experiencia y oficio, siempre triunfan...
Cuanta verdad
ResponderEliminar