Con el último café de la mañana y mientras bajan las últimas noticias antinaturales - el mundo al revés - con el asunto de las Pensiones, en el que la derecha hispana enarbola la bandera de los social frente al cambiante criterio de nuestros socialistas de toda la vida, ahora en el poder, da que pensar. Hoy Pepe ha venido de buen humor y no hay tema: “¿Enrique, desde cuando hablas con Dios?”, me dice el Pepe pa “joé”, refiriéndose a mi post de anoche, pero lo dice sin saña, pues no tiene mala fe, solo es que gasta una mala leche a punto de condensada.
El caso es que Juan, otro colega cafetero, hoy tiene un problema nuevo, que ya es del muchos, su hijo, también Juan, se le ha metido en casa pues no paga el alquiler en el lugar donde había constituido su república independiente a todo lujo con muebles de Ikea que le costaron menos que los aparatos de música, juegos y teléfonos, pero que todo ello su padre se lo pagó con la idea de desprenderse de él, habiendo puesto una vela en San Nicolás para que la cosa perdurara 100 años, o hasta su muerte, lo que antes llegara. “Bueno, no todo se ha perdido, Enrique, al menos lo que es la parte de la electrónica e informática se lo ha traído”. Se ha traído, también, el coche, que también compró el padre, un A3 negro, precioso, de segunda mano que le compró porque donde vivía, en la Playa de San Juan, desplazarse en autobús, o en tranvía, es muy complicado porque hay que levantarse temprano para no llegar siempre tarde a todas partes.
Pero Juan, el hijo, que es un chaval estupendo, exfontanero de lujo a lo cual se metió con el boom inmobiliario del 95, abandonando la UA porque no le gustaba estudiar, es ahora, también, tertuliano cafetero en ausencia de otros vicios que se pueda pagar, pues “ahora no tiene curro” y se machaca los oídos y los pies todas las noches de los fines de semana donde “actúa” de portero en una famosa discoteca de la zona de Elche. “Entre el paro y el curro de los finde me llevo unos ochocientos”, me dice, pero el chaval no puede aportar nada a sus padres pues con “el dinero de mierda que gana solo le llega “pa los gastos””, que son los suyos, claro, excluyendo gasolina que la paga Papá con la cosa de que el niño, que ya tiene 34, usa el coche para trabajar y para buscar trabajo o ninguna de las dos cosas, como dice su madre.
Lo de Juan, el hijo, es dramático y hasta ejemplar. No creo que sea solo él culpable de todos sus males, pero de lo que estoy casi seguro es que Juan, el padre, tiene la culpa de todo lo que le pasa a él, al padre. Lo curioso es que de este asunto, a pesar de ser muy manido y cotidiano, es que no veo que sea tratado en los programas de éxito de TV denunciándolo y explicando y/o dando soluciones orientativas de como salirse de ello. Es mejor jugar a saber si se la acabará metiendo debajo del edredón el Chuli a la Puri, adivinar si el Calvo le pega a los dos palos o ya, en el éxtasis de la ordinariez y la grosería, saber lo que contestará la Hestevan a las preguntas de su audiencia en un Prime Time nocturno. Afortunadamente lo del mando a distancia es lo mas democrático jamás creado, si hay mas de un televisor en casa, claro, o sea que si no te gusta un programa, pues lo cambias y ya está, pero resulta que no es tan fácil, 37 canales y solo me engancho al fútbol y a las noticias, lo cual, hoy por hoy, me permite prescindir de ella, me refiero a que puedo prescindir, por inútil, de la Tele, mientras no me corte la Sinde el acceso libre a Internet.
El que no entienda lo que quiero decir, deberá estar extasiado por la voluntad victimista del “no se que hacer” o es que tiene menos de 35 y no conoce mas de uno de esos valores que reclamamos, lo cual, siendo grave, lo será todavía más si la conciencia social y la política, no deja de apoyarse en esa actitud y no se pone a trabajar en soluciones inmediatas para la recuperación de los valores perdidos de la lealtad, compromiso, formación, esfuerzo, dedicación, autoestima y hasta del altruismo. Anoche le hablaba de esto a unos chavales en un foro educativo informal y cuando uno de ellos me contestó: “Esa será su opinión, ¿No?”, yo le pregunté a él; ¿Por donde sale el sol?, a lo cual, el muchacho, tras un largo titubeo, me contestó; “¿Por Oriente?, visto lo cual no me atreví a continuar para hacerle referencia a que hay cosas que no son opinables. El resto creo que me entendió y ojalá les hiciera pensar, tan solo pensar.
PD: Con toda seguridad, descubro, a cada hora que pasa, que me estoy haciendo viejo, muy viejo.
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