19 diciembre 2010
Recuerdo aquellos años en que, los que teníamos alguna responsabilidad en el asunto de las obras, nos hacía una enorme ilusión que llegaran estas fechas, porque nuestra oficina se llenaba de cestas, cajas con botellas y otras gracias propias de la época y la costumbre. “¿A ti que te han traído, Enrique?”, preguntaba siempre algún compañero que siempre quería más que el que más.
Pero esas cosas, con los años, fueron pasando a mejor vida en cuanto a tamaño y cantidad para volverse algo más estilista con la reducción del tamaño aunque, eso sí, no de la calidad. Bombones, Cavas , Vinos y Licores de Gran Porte adornaban los despachos y las porterías de los Jefes de la Cosa del Ladrillo sustituyendo a aquellas horrorosas cestas y o cajas de Navidad con botellas de vino, turrón piedra, jamón casi vivo y peladillas. Nuestra bisoñez en las cosas del porte, nos hacía felices, esas cosas se tomaban bien, estaban en proporción a lo que era y te hacían sentir importante ante los tuyos. Donde si no podríamos oír a la mujer de cualquier Hijo del Ladrillo que no dijera en cualquier foro culinario: “Ay, a mi marido le han regalado nosecuantas cestas, milesqué de botellas de Champán Francés y otras milnosecuantas de Chivas y cosas parecidas, todo ello de un incalculable valor, pero es que mi marido vale mucho y la gente le aprecia un montón y eso que mi marido no regala nada a nadie, ¿sabes?”
Todo eso pasó a mejor vida hoy, ya nada es como ayer, ahora ya no hay regalos, bueno eso se queda para cuatro románticos y para los porteros de finca, ni siquiera para los guardias urbanos de mi infancia que siempre tenían el cruce lleno de cajas y botellas de Freixenet. Ahora la cosa va de otra manera y no lo voy a contar aquí, pues habiendo muchos románticos prefiero no estropearles la noche, pero ahora ya no se regala nada, ahora la cuestión es bidireccional. Es una lástima, eso era muy entretenido y sobre todo muy digno y a mi me gustaba, en fin, veremos si se puede arreglar la cosa en la siguiente vida.
Pero ahora el mejor regalo de Navidad no me llega de la mano de algún contratista romántico o un corredor de suelo de los del siglo pasado, ya no ejerzo ningún poder que me lo hiciera acreedor, ahora los dulces me vienen de otro lado, de esos que están tan cerca y que nunca presté tanta atención como me hubiera gustado haberlo hecho y a los que ahora, por contra, me esfuerzo por no perderme ni un minuto de su vida.
De haberlo sabido, quizás me hubiera despertado antes de ese mal sueño que es el trabajo en exceso, de las horas sin dormir por las preocupaciones de nadie que lo aprecie en su justa medida y el desmesurado ritmo físico con el que te abandonas a esa labor que te acaba corrompiendo la salud y a muchos hasta la moral por mucho que a mi me supiera a gloria siempre. A otros les ha ido mal, muy mal, y siento vergüenza ajena por ello; “Claro, a ti te ha ido bien, Enrique, pero fíjate como he acabado yo”. Esa es la canción del horror de muchos de mis excompañeros que andan a sus cincuenta y muchos buscando como resolver la vida de sus próximos e inmediatos, años tras un despido improcedente y un preocupante “búscate la vida hasta los 67”.
No es hora de lamentaciones, no es mi caso, pero si es el momento de advertir a todos aquellos que andan creyendo que la vida solo está en una parte que, seguramente, se equivocan, hay una parte muy importante de esa vida que malgastamos que se queda en casa cuando sales a lo tuyo cada día, que se deja en un cajón como si de un buen libro se tratara, al que abandonas durante mucho tiempo pensando que “ahora” no tienes tiempo para leerlo. Al final el libro se hace viejo, lo han cambiado de sitio, o te lo han quitado. No descuidéis lo esencial, es fácil caer en el error de hacerlo, pero aún lo es mas el no saber cual es.
A mi me ha dado, esta tarde, mi nieta Maribel un beso mientras ella creía que yo dormía, que me ha sabido al mejor regalo de mi vida, al mejor regalo de esta Navidad, de momento.
Ah, Feliz Navidad a todos, no os olvidéis de celebrarlo, de conmemorarlo, es un placer de dioses hacerlo. A mi me trae grandes recuerdos y me ayuda a trasladar viejas costumbres a “los Nuevos” y con eso, probablemente, ya tengo bastante.
Recuerdo un amigo y ex-vecino al que en estás fechas (y el resto del año no se quedaba muy atrás)le llenaban su casa de Joselitos, cestas, mariscos, bla, bla, bla,,,no se que será de él en está época de tanta recesión. Supongo que sabrá adaptarse, en lugar de tomarse dos Botellas de Veuve du Clicót de golpe,se tomará una detrás de otra,,,,cosas de la crisis.
ResponderEliminarUn saludo y FELIZ NAVIDAD AMIGO!
Totalmente de acuerdo contigo en "lo esencial".
ResponderEliminarSiempre he pensado así y espero que nunca se me olvide. La familia y la salud para disfrutarla es lo más importante para mí.
El tiempo para otras obligaciones e ilusiones es magnífico, pero siempre priorizando a las personas más cercanas.
FELÍZ NAVIDAD!!
Argy: Te empezaba a echar en falta. Supongo que ya estrenaste la nueva conexión. Feliz Principio de la Navidad que ya está ahí, pero aún falta.
ResponderEliminarMe alegra verte por aquí y que estés de acuerdo en lo esencial, amigo JA. Para mi ese es el camino a seguir para combatir los efectos de esta nueva civilización que nos quiere ahogar, entre otros importantes conceptos, en los crecimientos del PIB, del cual, y por cierto, nunca me he enamorado, ese no es un concepto esencial en la vida de nadie aunque parezca muy necesario y que, seguramente, lo es.
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