jueves, 30 de diciembre de 2010

¿Murió el amor al trabajo?


30 diciembre 2010


En mi charla de hoy, tras un café de tipo nesspreso, o algo así, es decir, iba yo como una moto cafeinada, me cruzo una charla muy sentida con una buena y joven amiga de la familia.
Mi padre se va a jubilar con 67, tenemos un pequeño negocio, de los de toda la vida en un importante pueblo costero de la Vega Baja,  en el que nuestro principal cliente es la Consellería de Sanidad, pero el caso es que él no pensaba hacerlo nunca. Ahora su ilusión ha muerto, la Generalitat no paga, los clientes privados tienen cuentas que no pueden digerir y tampoco pagan, pero lo peor es que la cuestión profesional no es apreciada por nadie. Él, mi padre, está lleno de vida, pero ha decidido dejarlo, Enrique. Mañana va a pedir la jubilación y ya veremos como nos salimos. Dejará el negocio al mejor postor, pero lo dejará aunque tenga que regalarlo
No he sabido que decir, solo un “dale un fuerte abrazo a tu padre, Helen”. 

El amor al trabajo no murió, lo que lo mató fue la desidia de una sociedad que no sabe apreciar sus valores, ni acierta a la hora de admitir sus compromisos. “No, Enrique, no, eso es la crisis” – Pues no lo creo, cariño, no lo creo, seguramente una cosa ha acelerado que se llegue a la otra, pero no lo creo. Tenemos trabajo, hay muchos valores para recuperar que no se si con una sola generación seremos capaces de hacerlo, pero habrá que hacerlo, sin duda.


 


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