viernes, 6 de mayo de 2011

Flor María y la demolición del individuo



6 mayo 2011


Venía yo como para cantar coplas, en Hacienda me habían humillado como persona y como contribuyente me trataron como a todo el mundo, es decir, tras casi dos horas por allí, la única afirmación de un hombre-resorte que me ha atendido en la mesa 27, ha sido: “Preséntelo por escrito”, le ha faltado decir “……….. conyo y deje ya de molestar”, pero yo haciendo caso de mi santa Maribel, me he aguantado y al rato ya estaba sentado en la cafetería que hay en Gerona, casi esquina la Montanyeta, relajándome, pero hete aquí que ahí, mientras estaba resoplando ira por todos los poros de mi piel, noto un tic-tic de un dedito en el hombro y una voz socarrona de esas de cantante de rock: “¿Tú eres Enrique, verdad?” y zas, leches, era mi amigo Charlie, el de los solares difíciles, el incansable buscador de suelo imposible, el que siempre te llamaba en medio de una reunión para contarte que tenía el mejor terreno del universo para mi y solo para mi, porque era su amigo. Pues sí, ese luchador infatigable estaba ahí, sentado al lado mío, en una de esas románticas mesas redondas de mármol que en ese local yacen, y que siguen ahí desde los últimos treinta años, al menos.
Charlie estaba tocado, quiero decir que no tenía buen aspecto, barba de dos días y cara de haberse tomado ocho carajillos y ningún bocata, ni nada parecido en mucho tiempo. “Qué quieres que te cuente, Enrique, cuando tu te volviste de Valencia para Alicante, yo me largué a Palma M con aquella chica peruana de los mesones de  Campanar, monté una empresa de servicios y un lío espectacular con varias empresas y también las tuve con dos novios que le salieron a Flor María pues ya sabes como estaba la niña” – ¿Estaba? – “Si, me dejó o la dejé, eso era la cas de todos, allí había mas copas y mas alterne que en los del Rialto” – Pero tú estabas casado Charlie, ¿que pasó? – “Pues que un día me enganchó Elena con la Flor María en casa, tuve mala suerte, era un día que ella se puso mala y volvió antes de la hora a casa y me pilló. Pero daba igual, no nos iban las cosas bien, yo me pasaba la vida viajando y ya sabes lo que es eso, me convertí en una especie de marinero que busca amor en cualquier puerto”. – Pues si es mala suerte amigo, me parece que es la que te buscaste – “Puede, Enrique, pero lo peor vino después, cuando Flor María me dejó, tuve que hacer frente a tres denuncias por agresión, una a ella y dos a cada uno de sus dos novios, uno quedó maltrecho, pero tuve suerte y no me enchironaron de milagro, los chicos eran negritos de Cuba, o de por ahí y el juez, ya sabes como resuelven estas cosas”. – Le miraba y no me lo creía, ¿como se puede acabar así, Charlie? – “No lo se” – ¿Y ahora que haces? – “Pues nada de nada, me he venido a Alicante siguiendo a  mi chica, una Murciana que vive en Agost y que ahora está ahí, en el seguro haciéndose pruebas, estoy jubilado, me pagan 875 € y con lo que ella saca limpiando escaleras vamos tirando”. – Pero, ¿y todo lo que ganaste: tu casa, tu Mercedes tu apartamento en El Puig, que pasó? – “Me arruiné en Palma con la empresa que tenía y lo perdí todo y, además, tuve que afrontar indemnizaciones para Flor María y sus negritos para que retiraran las denuncias. Luego mi mujer se cebó conmigo a la hora del divorcio y lo peor es que ni ella ni mis hijos me hablan y ni siquiera quieren saber de mi” – ¿Necesitas algo, Charlie? – “No, Enrique, gracias, si acaso no vayas contando a nadie que me has visto, tu ya me entiendes” …
Un fuerte abrazo y sus babas emocionadas en mi camisa han sido la despedida, parece mentira como se puede echar una vida por la borda, pensaba yo, pero ya son tantos los que conozco en esa situación que empiezo a creer que eso es un mal de muchos y, seguramente, propio de esta civilización tan inteligente que nos somete a sus formas sin que nos demos cuenta y, repito, sin que nos demos cuenta del desastre que provoca en muchos. Bueno, fijaros que al salir ya ni me acordaba del funcionario de hacienda ni de nadie, las cosas son importantes según en que lado estés de la Maestranza,  si delante o detrás de la barrera, ¿verdad? – Pues Si, lo mío no tiene importancia, ninguna, nada de nada, estoy como nunca y mas feliz que un ocho. Así me he ido, con esa cantinela, hasta mi sitio de labor sin dejar de pregonarlo … ah, feliz noche de viernes a todos.


4 comentarios:

  1. a veces mirar al lado te hace ver que lo que tienes delante de ti no es tan malo.Como decia mi bisabuela
    "virgencita que me quede como estoy"
    Buenas noches

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  2. Tira més pel de figa...que maroma de barco (almenys en este cas).

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  3. Dices bien, David, hay que volar con cuidado, ya no solo es que lo mejor lo tengas siempre al lado y no lo sepas ver, que también, el problema es que el enemigo siempre está al acecho y la carne es débil y ..... la mente imbécil. Como los bombones unos segundos de placer y una eternidad en la cintura.

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  4. El que pasa, EKK, es que el meu amic li agraen tots el pels de figa que trove pero on vaja. Un tros de carn amb ulls.

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