Te sientas a tomar café en una de esas cafeterías que tanto te gustaban y te gustan, con buena decoración, sin alicatados grasientos, gente simpática vendiendo pasteles y mucha clientela sentada en sus mesas, pero todos, absolutamente todos, están dale que te pego como posesos al teclado del Smartphone que, aquí el más pintado tiene una verdadera “pasada” de máquina para eso, para chatear, para leer el periódico y para contestar el correo-e. Pues todos están ahí, con el dedito en el teclado y la vista obscenamente fija en la pantallita. Levanto la cabeza y me doy cuenta que yo, como todos, estoy en lo mismo, pero en una mesa pegada al cristal, al lado de la mía, hay un hombre de pelo muy canoso, gafas sobre la punta de su larga nariz, café servido en una preciosa taza reposando sobre una esquina de la mesa y apoyado en ella, el periódico del día abierto por la página de “Economía”. Le miro, me mira por encima de sus gafas, aguantamos la mirada, yo sonrío y él me dice, con tono y cara de sorpresa: “¿Pasa algo?” – Me sonrío y le digo; “No, nada, nada, solo que me gusta verle leer el periódico” – El “chico” del pelo muy canoso se sonríe, baja la mirada y sigue a lo suyo y yo me quedo observándole, como si hubiera visto una imagen de otro tiempo, algo muy querido. En fin, tomar un café tempranito en una mañana del Día del Carmen, en una preciosa cafetería, resulta extraño que pueda resultar “tan apasionante”, tanto que si lo cuentas a alguien, creen que has empezado a desvariar.
“Y me permito hacerles un ruego: si en algún momento tropiezan con una historia, o con alguna de las criaturas que transmiten mi libros, por favor créanselos. Créanselos porque me las he inventado”. (Final del discurso de Ana María Matute al recibir el Premio Cervantes 2010)
sábado, 16 de julio de 2011
Apasionante: “Un café, tempranito, en De Caramelo”
Este es un lugar que está ubicado detrás del ojo que oculta la maldad, las guerras, la política y las malas gestas humanas, aquí solo se escribe sobre salud, clima y sobre los sentimientos que alimentan nuestras ganas de vivir
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Que seria de nosotros sin "esas pequeñas cosas".......Bonita lección para el dia de hoy.
ResponderEliminarGracias, argy. Ya ves, facil, fácil, solo salir a la calle.
ResponderEliminarA mí me pasa lo mismo con el i-phone, !hasta consulto la bolsa!, y miro el blog cada 5 minutos.
ResponderEliminar!Esto raya ya en neurosis obsesivo-compulsiva!.
No Capitán T, es nuestra era la que nos obliga a ello y, locierto, es que bien usado es, seguramente, genial.
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