Cuando en una charla, mas o menos informal, te das cuenta que llevas dos horas y que parece que haya pasado solo media, es una forma que tienen mis sentidos de agradecer lo recibido de dos de mis nuevos ángeles de la Guarda, Los Ángeles del Arpón, Charo y Fernando. Hablas y hablas y hasta escuchas, con ellos es muy fácil, un tiempo lleno de sonetos de lealtad y de habla sincera. Buena gente, no hay tanta, si, pero yo los tengo ahí, protegiéndome con sus cariño y su forma de estar siempre ahí, detrás de la puerta del sentir y del estar. Gracias, amigos, cuando tenga que irme a Ítaca, pensaré en vosotros, pareja feliz. Hacía mucho tiempo que no tomaba un café con tanto apasionamiento dialéctico y con tanta sencillez. Vosotros lo hacéis todo fácil y mas agradable, todo un ejemplo.
“Y me permito hacerles un ruego: si en algún momento tropiezan con una historia, o con alguna de las criaturas que transmiten mi libros, por favor créanselos. Créanselos porque me las he inventado”. (Final del discurso de Ana María Matute al recibir el Premio Cervantes 2010)
martes, 30 de agosto de 2011
Ángeles de Calle Arpón
He dejado de respetar a todos aquellos que se cuelan en la red para insultar y crear acusaciones falsas como divertimento propio y extraño.
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