No me hizo saltar las lágrimas del cocodrilo mientras me hablaba, ni mucho menos, pero cuando colgó …la cosa cambió. Intentó animarme para que acudiera a una concentración madrileña de viejos rockeros del ladrillo, con los que coincidimos en el quinquenio 2001-2005 y me retorció el alma saber que no estaré con ellos. Mis últimas amigas, esas que se enganchan al curriculum médico, no me permiten que me separe del biberón de las esencias antiinflamatorias, por otra parte el que ya no pueda acudir a la próxima convocatoria de Del Bosque, de por vida, eso desanima mucho y mostrarte ante un público que te vio marcar goles saltando por encima de los 2,50, no me da alegría alguna, hoy por hoy. La fiesta es este viernes, pero yo, a pesar de todo, y teniendo mi cuerda al cuello que, aunque es corta, me deja llegar hasta los límites de la Huerta y del Alacantí, podré acordarme de ellos mientras lo celebro con otros, también, incomparables amigos del ayer y del hoy.
Gracias amigos, estaré con el alma en esa concentración, gracias por acordaros de mi y de todos. Pasadlo bien, aprovechad las ocasiones, ya sabéis aquello que suelo decir en estos casos: Polvo que veas pasar, polvo que te pierdes.
Va por ustedes:
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