Hay veces en que aprendes a saber cual es el verdadero dolor que produce sentir el de tu propia sangre. Nunca lo sabes hasta que te toca. En esas circunstancias aprendes a saber cual es, también, el verdadero amor que esa misma sangre aporta a tu vida. Sin ambos, sin el dolor y sin el amor, nada sería posible.
“Y me permito hacerles un ruego: si en algún momento tropiezan con una historia, o con alguna de las criaturas que transmiten mi libros, por favor créanselos. Créanselos porque me las he inventado”. (Final del discurso de Ana María Matute al recibir el Premio Cervantes 2010)
sábado, 17 de marzo de 2012
La Sangre

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