viernes, 13 de abril de 2012

Pecados Veniales: Mi ultima meada irreverente

Rob Gonsalves


13 abril 2012 

Mi madre me miraba con cara de “te voy a matar”. Yo no entendía por qué me gritaban, todos corrían de un lado para otro, ¿pero cómo es posible?, ¿de dónde habrá salido este niño? Delante de mí, una enorme cortina floreada, meada desde la altura de mi cosa hasta el suelo y el mosaico inundado de orín hasta un metro a la redonda a mi alrededor. Estaba en la sala de espera del doctor Riera, el médico de familia, de mi familia, era el año 1955 y yo llevaba una hora inflando mi vejiga y sin podérselo contar a nadie. ¡¡ Aquí no se puede ir al baño !!, sabía la respuesta y así acabó la fiesta. 

Hoy puedo mear donde quiera y no lo hago, pero nunca entendí ese falso pudor de la época que te impedía hacer pis, o pos, que no fuera en casa. Por eso después, hasta los 20, supongo que en represalia, me encantaba mearme en las esquinas. La más famosa la que hice en la papelera de la clase de Estabilidad de tercero, en el 69, sin que Gandullo se enterara. Fue la última.