Vivir para el trabajo: ¿Una patología o es solo una broma?

Tejedor en el telar, Vincent Van Goh, 1884

27 abril 2012

Intentaba explicarme si era real  la noticia de que el obispo de Alcalá recibiera el testimonio de docenas de antiguos gays que lograron curarse manifestándole: “Hemos salido del infierno”, cuando, en plena crisis de creación del contenido de mi conferencia de esta noche, leo otra que casi me quita el título a la misma: Sólo en Cataluña sobran 1.200 cargos ‘a dedo’ en la Administración. Mientras tanto me maravillo al leer que somos capaces de admitir, sin pestañear, que en Italia se suicide un desempleado al día y que la Hacienda Española, de un modo mas feudal que democrático, se dedica a la persecución del pequeño empresario mientras hace la vista gorda con el gran defraudador. Pero a todo esto un brote emocional fluye en mis venas cuando veo que alguien es capaz de lanzar algo tan sutil, tan insensato, tan profundo, tan contradictorio, no sabría muy bien como calificarlo, pero el caso es que leerlo me ha llevado a recordar una importante etapa de mi vida, si, esa que vivimos intensamente y gracias a la cual abandonamos muchas de nuestras vivencias. Este es su título: Vivir para el trabajo.

“El primero en llegar al trabajo y el último en marcharse, directivo o emprendedor con responsabilidad, perfeccionista y controlador que vive para trabajar y que no es capaz de desconectar ni en vacaciones. Éste sería el perfil de un adicto al trabajo, una patología que, según psiquiatras y psicólogos, afectaría a un 10% de la población activa. Parece mucho, pero, si uno se para ante los síntomas, es difícil no conocer a alguien que los sufra aunque no lo reconozca.”

¿Os suena? – ¿Si? ¿No?, a muchos os sonará a broma pesada, pero a otros puede que no tanto. Id con cuidado. Si me estás leyendo, en este instante, viernes tarde, desde la oficina: Háztelo mirar.

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