16 marzo 2013
No lo puedo evitar, siempre que un amigo se va, parece como si algo mío se fuera. Augusto era un brillante ingeniero, una excelente persona y un gran compañero. El mal de males se lo llevo y aunque él se mantuvo firme hasta el penúltimo minuto, el mal se lo acabó llevando. Hace unos instantes le contaba a Yolanda que siempre que algo así me ocurre, tengo la impresión que casi siempre llegamos a tarde a lo importante y ahora me arrepiento de no haberlo ido a ver a recoger ese cuadro que pintó para mi nieta, hace unos meses, y para darle algún abrazo como hacíamos en esas largas noches de soledad y pesca cuando estuvimos juntos durante dos largos años en Lanzarote construyendo el Hotel por excelencia de Playa Teguise en el 85/87. Su ácido y fino, humor y su admirable forma de ver la vida, le llevaba a darnos ánimos al resto y a contarnos, en clave cachonda, como era él, inesperadas y admirables observaciones vitales como en la que creo fue su última frase virtual, el 19 de enero pasado: “Hay una enfermera en urgencias del Ramón y Cajal, con el pelo rojo, que me salvó la vida. Besos”
La inmensidad de la muerte tiene, a veces, la facilidad de adornarse con la grandeza de quienes ven partir a un ser querido. Yolanda, cuando ayer le pregunté por el estado de Augusto me remitió a la nota que su hija María puso en Facebook el día 5 pasado. Leerla, sin duda, ayuda a llevarlo dentro: http://pinterest.com/pin/73042825178613947/
Vaya este homenaje por todos aquellos amigos anónimos que un día fueron muy queridos y muy cercanos y que, como casi siempre, nos pasamos casi toda una vida sin tener un minuto para recuperar un buen abrazo con ellos. Yo, aunque lo intento, no siempre llego a todas partes, aunque daría media vida por ello. Augusto, ya sabes, espéranos en ese bar que hay en la primera curva a la derecha, camino del cielo. Nosotros iremos cuando podamos o nos despidan. Hasta pronto, entrañable amigo.
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Mi pésame, Enrique. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias, mimargzg, a veces, siento vergüenza ajena al ver como he sido capaz de montar una entrada así.
EliminarLo mismo digo y otro abrazo.
ResponderEliminarGracias, amigo Alacantí, ya empiezo a tener ganas de echarte un buen abrazo y no por ti, amigo.
EliminarTe acompaño en el sentimiento amigo. Un abrazo
ResponderEliminarGracias, gracias, gracias, amigo Antonio. Je suis touché.
EliminarNo hay día que un saludo salga de mi corazón hacía Augusto, Enrique, y no hay día, que mire de nuevo si apareces tú con tus blogs...la pérdida se llora de rábia el primer día, y el resto, te alegras de haberle conocido, de haber compartido risas y confidencias, de que no fuera una larga y dolorosa lucha y de saber que sigue vivo con sus historias dentro de cada uno de los que le apreciamos.
ResponderEliminarGracias, Yolanda. Hay cosas, sucesos, que cuesta asimilar, mas de lo que parece y mucho más de lo que nunca hubiera, yo mismo, imaginado.
EliminarUn abrazo.