jueves, 19 de septiembre de 2013

La Reina negra


19 septiembre 2013

Montarte en un negro caballo de paso zigzagueante tiene la virtud de convertirte en un gran observador del juego, el del ajedrez de nuestra vida. Un sueño así es turbador, excitante y, en parte,  sensiblemente aterrador. Ver morir a los peones, en un heroico, generoso y aleccionador acto de fidelidad , es una visión tan necesaria,  en ese sueño vital, que hace que entiendas la actitud de muchos que viste y has visto caer, entonces y ahora, inexplicablemente, a tu alrededor.

La muerte  del alfil, que, con sus diagonales inesperadas, consigue abrir un frente desconocido o la de la temible torre, que, siendo letal, ves que el enemigo siempre aspira a mandarla a la caja.  Son, hipotéticas,  muertes  sensibles, pero las entiendes porque luchaban con fuerza donde la tenían. 

Todas esas bajas son  aceptadas con la balanza censal que aporta la experiencia, pero, sintiéndome fuerte en ese rol de negro caballo, no es la muerte de mi compañero, el otro caballo,  la que me desveló el sueño perdido, no, lo que hizo que me despertara y que me sintiera más infeliz, torpe e inútil,  fue ver como tras un corto e inesperado,  acoso a mi querida Reina Negra, ésta sufría una aparente escena quasi mortal.

Al instante desperté e ignorando su condición de sexo, la de mi querida Reina Negra, de la que no desvelaré, por el momento, ni su identidad, ni su sexo, de la Reina Negra no, no te lo esperas.  No puedes entender que esa Reina que era ídolo de tu juventud pueda estar acosada por ningún mal y ... , si, solo deseo que sea un mal sueño, si, seguro será eso, un sueño equivocado.

Enviado de Samsung NOTE II


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