07 enero 2014
Leer a Tabucchi es algo que ami me sorprendió ya siendo un veterano. Ahora, lo mejor que puedo hacer cuando no quiero hacer nada, es leerle de modo abstracto e, inesperadamente, convenido:
En dos párrafos, tan solo, parece no decir nada, pero dice tanto en tan poco que …Sostiene Pereira que se sentó a la mesa con sensación de desasosiego. Pensó que aquél no era un lugar para él, que era absurdo encontrarse con un desconocido en una fiesta nacionalista, que el padre Antonio no hubiera aprobado su conducta, y deseó estar ya de regreso en su casa y hablar con el retrato de su esposa para pedirle perdón. Y fueron todos esos pensamientos los que le dieron el coraje para hacer una pregunta directa, aunque no fuera más que para iniciar la conversación, y, sin pensárselo mucho, preguntó a Monteiro Rossi: Ésta es una fiesta de las juventudes salazaristas, ¿pertenece usted a las juventudes salazaristas?Monteiro Rossi se echó hacia atrás el mechón de pelo que le caía sobre la frente y respondió: Soy licenciado en filosofía, me intereso por la filosofía y la literatura, pero ¿qué tiene que ver eso con el Lisboa? Tiene que ver, sostiene haber dicho Pereira, porque nosotros hacemos un periódico libre e independiente y no queremos meternos en política.
Cierto pero mi pesimismo en la comprensión de Tabucchi, especialmente por jóvenes maduros, sostén de la sociedad actual, es bastante grande. ¿Que va usted a leer a Tabucchi? Quite, quiete, usted, buen hombre, eso ya es historia...
ResponderEliminarUn abrazo, Enrique.
Bueno, afortunadamente, si su problema es solo ese, su mal se cura con el tiempo. A mi, de joven, me gustaban las mujeres de 40, ahora, también. A Tabucchi le he aprendido a leer ahora, a mi edad. Ya ves. Eso de la edad, es como el buen vino, te va poniendo a tono, amigo Campillo.
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