22 febrero 2014
Esperando que la maldad muriera fui capaz de creer en ella, en su existencia. No siempre venía sola, a veces de alguna mano amiga, pero, siempre, con algún estúpido interés como bandera de cualquier tipo, material o carnal. Nada que reprocharle, esa era su misión, pero, aunque, alguna vez consiguió emborrachar mi aturdido seso y me hizo caer en sus brazos sin remedio, nada como reponer los buenos deseos perdidos y atravesarle el corazón para acabar con ella para siempre. Se fue malherida, pero sigue ahí, en cualquier esquina, detrás de cada palabra cruzada con cualquiera, detrás de cualquier oferta, de una mano amiga y, siempre, en algún lugar inesperado o generosamente venerado por la carne. Buscas la maldad y no la encuentras, ella te encuentra a ti. Un día la encontré, otro la perdí y una noche me mató. Id con cuidado, puede estar y está, en cualquier lugar.
enriquetarragófreixes
El lado oscuro de la persona hay que mantenerlo a raya.
ResponderEliminarLo intento, María Luisa, pero hay muchas grietas en el tapado y tengo que luchar día y noche contra ella. En fin, insistiré. Feliz domingo.
Eliminar