miércoles, 2 de abril de 2014

La niña de Leonor, “laotra”, Nepal y el alma de acero de su madre


02 abril 2014

Nos enteramos, hoy, que Leonor tiene una hija que a los 18 se hartó de estar en casa y se fue a vivir con una par de amigos mientras estudiaba derecho en Valencia. Uno de los dos, o los dos, la embarazó, luego abortó con el dinero que su madre le dio para ello en un clínica clandestina en los alrededores de Valencia y más tarde, buscando realizarse se unió a un grupo de progres la esencia hindú y, le pidió, nuevamente, dinero a su madre para ir a estudiar a Londres pero ella tras un lapsus con un señor de Marruecos que la apartó de la vida social y familiar durante un año, se fue a la India a Nepal y luego, mas tarde, a Camboya. Volvió igual que se fue, sin avisar, y se fue a Madrid, ya con 29, y se colocó de camarera en un Club de copas de Las Rozas y allí estuvo varios años hasta que ya le empezaron salir las primeras canas. Pero justo entonces se hizo “laotra” de un conocido Director de una importante empresa Constructora de ámbito nacional que le puso un lujoso ático en Toledo con el que estuvo liada varios años, tantos que el Constructor se hartó de ella y la cambió por otra de su especie con 25 años menos. Ahora, a sus 50, y sin un duro, le ha dicho a su madre que quiere volver a casa y Leonor, hecha ya su alma del más puro acero, le ha dicho que no … que de ninguna manera.

La pregunta que me hago, hoy, es si hace bien, o no, Leonor en despreciar la vuelta de su hija.

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4 comentarios:

  1. El vivir en momento sin pausas necesarias para airear lo que entra y sale de la mente, (no solo de donde sabemos) trae estás cosas..................

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    1. Pero el problema, hoy, lo tiene la madre, amigo argy. Piensa que hace lo que debe pero no sabe si es lo que quiere.

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  2. Tu respuesta a Argy, Enrique, lo es todo. ¿Qué quiero y qué debo hacer? Las cabezas huecas nunca se pueden llenar y menos cuando son ya maduras... En cualquier caso, vivir a expensas de la no muy boyante, supongo, pensión de la madre es de una frescura que da la puntilla a cualquiera. A pesar de ello, tener una hija que quede en el arroyo es un gran sufrimiento. Alguien podrá decir que fue feliz mientras duró pero creo que no ha conocido la felicidad, exceptuando la física. Si no surgen disputas, su madre la acogerá. Si trata de ser dueña de la vida de su madre se hundirá para siempre. ¡Queda un mal sabor al decir estas cosas que nos supera!

    Un abrazo, Enrique.

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    1. Ay, amigo campillo. Traer el caso de Leonor aquí no es casualidad, es, como seguro tú ya sabes, toda una práctica frecuente en los chicos de hoy para sus viejos. Una legión.

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