16 abril 2014
Creí que no sería capaz de lograrlo y no es porque sea muy difícil, no, tenía un problema de comprensión. Empecé ayer y hoy, por fin lo he conseguido. Cientos de ejercicios de preparación, mucha tenacidad y, ciertamente, algo de habilidad, me han permitido lograrlo. Yo siempre pensé que las tapas de los inodoros siempre estaban abiertas, es decir, que las vendían con su inodoro, pero abiertas. Mas tarde aprendí a subirlas pues siempre estaban bajadas y el milagro se producía un día tras otro, sí, resulta que cuando volvía a usar el inodoro la tapa siempre estaba bajada. Entre ayer y hoy he aprendido no solo a subirla, eso ya lo sabía hacer y hasta lo comprendía, he aprendido a bajarla. Si, lo he hecho y más de una vez y no pasa nada, sigo bien, no me duele nada, los brazos los tengo un poco cansados, eso sí, pero he superado la prueba y no me ha pasado nada malo. Mi directora me ha dado un beso y ha prometido comprarme una Franziskaner como premio a mi capacidad de superación y de integración formal, en el mundo del hogar. Hacedme caso, chicos, bajad la tapa del inodoro, no cuesta nada y os lo aseguro, no pasa nada.
Pues esperemos que vaya cumpliendo el ejemplo.
ResponderEliminarSon, ya, una legión de amigos y no tanto, los que me han llamado interesándose por el tema, Trecy. Es cuestión de difundirlo al máximo. Lo más importante es que sepan que se puede hacer sin que pierdan los genitales o cosas así, ya sabes. Feliz día.
EliminarTe apoyo Enrique, sabrás que eres de los pocos que tienen ese hábito tan sano y tan limpio..., me encantó
ResponderEliminarUn abrazo, amigo
Todo es cuestión de querer aprender y de querer hacerlo, María. Ayer mismo me llamaron un montón de amigos interesados en el asunto. Hemos quedado en darles algunas clases prácticas.
EliminarMi directora insiste igualmente en esas recomendaciones...........
ResponderEliminarEs lógico. Una vez lo aprendes, amigo argy, ya no podrás dejar de hacerlo. Es como todo, voluntad y ganas. Si queremos, podemos.
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