23 abril 2014
Luché mientras podía hacerlo, utilicé todos mis recursos para llegar al que a mi me parecía el pico más alto y lo logré. Dedicación, esfuerzo y la vista siempre dirigida al horizonte. Me instalé en ese discurso, acepté echarle un pulso a la responsabilidad y, siempre, le fui ganando. Eché cuerdas a los que venían a mi lado para que supieran hacer camino conmigo y ascendieron también al pico. Todo iba bien pero un día empecé a darme cuenta que clavaba demasiadas veces la rodilla en el acerado y que subir cualquier escalera me parecía una maratón. Tuve que parar y lo hice bien, igual que lo hice para abandonar el tabaco, hoy todo mañana nada. Me paré por completo, me escuché y me escucharon, rapté mi alma para dársela a ellos y despedí las responsabilidades. Entonces me di cuenta que, durante mucho tiempo, me había olvidado de vivir.
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Hay que vivir cada segundo de nuestra vida para no arrepentirnos luego.
ResponderEliminarIgual que Julio Iglesias. Pero nunca es tarde si la dicha es buena, una decisión a tiempo, una buena decisión, felicidades y un besote grande.
ResponderEliminarLo importante es saber parar a tiempo, cuando ir a la velocidad adecuada se olvida. Tu lo has conseguido y bien está que hagas entender ciertos extremos.
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