24 julio 2014
Notaba que el mar de los sentidos se escapaba hacia la oscuridad de la cueva de una vida sin sentido. Las penas se hicieron tormentas, la discapacidad se convirtió en una pesada viga caída en el pecho, en un derrumbe y que la luz se apagaba sin que nada, ni nadie, pudiera impedirlo. Me agarré a un madero de ilusiones que flotaba en las bravas aguas de la desesperación y gracias a ello conseguí superar la ola de la decepción ... me agarré a la vida, a lo que tuve, a lo que tengo y a lo que quiero tener. La vida es corta y quiero volver a emborracharme con ella, con sus piernas, con su estilo, con su elegancia, con sus formas, darle lo que me pida y a aceptar lo que me quiera volver a dar antes de que me llame ingrato. De momento le voy a pedir que, simplemente, me deje estar con ella.
Enviado desde mi Note III
¡Qué bonito, Enrique...!
ResponderEliminarGracias, Tracy.
EliminarFeliz tarde.
"Me agarré a un madero de ilusiones que flotaba en las bravas aguas de la desesperación y gracias a ello conseguí superar la ola de la decepción ... " Me lo tomo prestado!!! Otro 10 a la colección..
ResponderEliminarAy, amigo Antonio, ¿Estaremos bien de la cabeza?
EliminarUn abrazo, amigo.