La estupidez insiste siempre

Imagen: Mis dos abuelos. Nicolás Guillen y los siete segundos de Youssou N'Dour

04 julio 2014

Tropecé con un resalte de ese mal acabado y peor conservado, pavimento del paseo de la Playa de mis amores y casi me caigo, aunque, eso sí, he hincado rodilla en tierra como si aún fuera un fiel legionario de las palabras malqueridas. Luego ya me han pasado cosas menores, lógicamente menos interesantes, pero todas ellas inéditas o poco frecuentes, claro: Una chica de unos 25 me ha dejado pasar en la cola de los tomates, un individuo sanísimo, de unos 50, ha quitado el coche de los aparcamientos para Discapacitados, en Mercadona, cuando se lo he insinuado y, aunque no se  ha reído para nada, no me ha escupido, ni nada parecido,  más tarde un Guardia Urbano que paseaba, (vigilaba), por la Playa, me ha sonreído y, ya, el colmo de las cosas más inesperadas ha sucedido cuando he visto a un grupo de chavales que estaban circulando en grupo con sus bicicletas por el paseo de La Playa, han levantado y contemplado a una anciana que han atropellado con cierta violencia. … Increíble.

Mas tarde en un Bar de Fontana, (en pleno éxtasis), no me han admitido propina a pesar de que he vaciado dos próstatas de elefante en su “ino”, pero para compensar me he tomado un café y, curiosamente, resulta que estaba bueno, muy bueno, tanto que le he hecho una superfoto, me he quedado extasiado. Corriendo he ido a hacer la Primitiva, por si acaso y no sé, quizás hoy nadie me estropee el día … veremos. Por si acaso no leeré el periódico, ni escucharé las noticias pues ya sabéis lo que decía Camus en estos casos, hay que ir con cuidado: La estupidez insiste siempre.

Ah, se me olvidaba, vi a esa pareja de jóvenes veteranos, enamorados desde los 17 y que hoy se han sentado en mi banco de la Playa, otra vez. Ni me han visto, estaban cogidos de la mano y con la vista puesta en el horizonte, en su mundo, en su amor, en su soledad, su feliz soledad para dos, todo un envidiable mundo.

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