sábado, 12 de julio de 2014

La tercera edad y el “¿Ahora qué?



Imagen: Darren Moore

12 julio 2014

Abrió los ojos, sorprendido por la luz que dejaba entrar una línea entre las lamas de la mal cerrada persiana de la ventana.  Se levantó algo aturdido, nunca se había levantado tarde y, además, ya eran las ocho, había que almorzar, ducharse y salir corriendo para el quiosco de Antonio y entonces, se volvió a sentar sobre la cama. Entonces, empezó a acordarse que …

Abrió la ventana de su habitación, miró hacia el parque, hacia el cielo, puso cara de satisfacción y alzando el rostro, ojos cerrados, asomó la cabeza hacia el exterior y respiró profundamente. No estaba la camisa , ni el pantalón, ni la corbata, en el lugar de siempre, al parecer se habían dormido, también. Entonces, empezó a acordarse que …

Se puso el vaquero de los domingos de campo, zapatos sin calcetines y una camiseta con una calavera que hacía años le regaló uno de sus nietos por su cumpleaños. Salió a la calle y se dio cuenta que un nuevo mundo se abría ante él, desnudo, virgen y con todo por descubrir. ¿Qué tengo que hacer hoy? se preguntó. No es domingo, se dijo. Entonces, empezó a acordarse que …

Él acabó dándose cuenta que ya no se acordaba que hoy era su primer día sin trabajo. Cuarenta y cuatro años cotizados, una enfermedad muscular degenerativa y el inevitable paso del tiempo, le habían llevado hasta allí, había entrado en la tercera edad, ya era un hombre, profesionalmente, libre, estaba jubilado pero se sentía vital, válido y con ganas de hacer “nosequé” pero de hacerlo sin orden, ni concierto, pero a su manera. Sería la primera vez en su vida que sería libre para decidir que hacer, para convocar reuniones a su gusto y para tomar el café cuando le viniera en gana. Se sentó en un banco, frente al mar, y se dijo: ¿Y ahora qué?

6 comentarios:

  1. Hola Enrique,
    se ha de tener confianza en el paso del tiempo, a menudo da dulces salidas a muchas amargas dificultades. ¿Ahora qué? Pues disfrutar.
    Un abrazo

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    1. Tomaré nota, FJT, parece un buen consejo, pasa que, a veces, no es tan fácil, ya sabes, la mente, tan pronto puede, te domina.

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  2. Tremenda pregunta que nunca hay que llegar a hacérsela.

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    1. Esa si es una buena respuesta, Tracy. Voy a ver si consigo borrarla. Mañana empiezo.
      Feliz noche, feliz amiga-e.

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  3. Esa pregunta podías haberla planteado antes en cualquier momento llegado el caso, incluso con está algo cambiada, por ejemplo preguntarse ¿para que? Son estas y otras preguntas las que nos asaltaran antes, durante y después de esta travesia, creo yo. Hay que seguir, con la cabeza alta y los ojos muy abiertos. Saludos

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    1. Es como subirte a un Ferrari en los Alpes y que se le rompan los frenos, amigo Antonio ... emocionante.

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