sábado, 30 de agosto de 2014

Me he emborrachado de recuerdos


Caricatura de charles bukowski by donchild

30 agosto 2014 

(Extraído del baúl de mis bloguerías bien guardadas en el año 2009)

La frase del post no la dije yo ayer, la dijo un servicial empleado de un Centro Comercial, de la horchatería, cuando fabricándome un batido celestial me empezó a contar que sus amores ya no estaban en su sitio. Con un seductor y cadencioso acento de La Pampa, me fue contando una tras otra, todas las cosas que él había dejado “allá”, en su Buenos Aires querido, su mujer su trabajo, sus hijos. El trabajaba en el Delta del Paraná, eso me dijo, en un Resort y un buen día su mujer le llamó diciéndole que se había ido con un escritor al que conocía y quería desde la infancia y que ya moraba en un apartamento en Buenos Aires, cerca de la Plaza de San Martín.
-¿Ud. conoce?, me dijo
Me encogí de hombros y el desolado horchatero continuó:
-El muy boludo se llevó todo lo que tenía, los vi un par de veces y luego en el 2002, con las uvas y el euro, me vine para “acá” y aquí estoy solo conviviendo con mis recuerdos y con la chica de la “Brasserie”, si, esa rubia de ahí enfrente.



Como yo pondría cara de estarme extasiando, o de no hacerle NPC, el hombre reaccionó y me puso la cuenta sobre la mesa soltando una especie de disculpa:
- Disculpe le haya contado todo esta historia, pero es que llevo un ratito viéndoles a ustedes, a los nueve, y me he emborrachado de recuerdos.
- Verá; yo ya no quiero nada, para mi “esto ya no es lo que era”. Tuve mucho y ahora no tengo nada. Disculpe …..
Intentando animarle le dije; No se preocupe hombre de dios, la vida da muchas vueltas y aún es usted muy joven. Ya verá como todo cambiará cuando menos se lo espere.

Y el rey de la horchata se fue a conversar a la otra punta de la barra con una “guiri” de Glasgow que no hablaba ni papa de spanish, pero con cara de que el Pampero se lo enseñara todo y por la cara que hacían los dos, seguro lo conseguiría.
Salí del local, que no es muy grande, y con los ojos bien coloraditos me abracé a cada uno de los otros ocho que conmigo venían, sin dejarles que me preguntaran; what?, aunque lo intentaron.





4 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Tristes historias, Tracy, que no me hacen más que confirmar que, siempre, he sido muy afortunado.

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  2. Muy breve, Enrique: ¡Cuan triste es la tristeza! Más aún cuando se adereza de injusticia, añoranza y recuerdos...

    Un abrazo, Enrique.

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    1. Y a veces, demasiadas, es muy cruel, amigo Campillo. Un abrazo maestro y bienvenido a la normalidad.

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