jueves, 21 de agosto de 2014

Si me muero, que sea a gusto



21 agosto 2014    -   2016

Una vida llena de privaciones. Domingos enteros rezando tres mil padrenuestros, en penitencia, además de lavarse las manos con agua bendita para no quedarse ciego. Nada de comer, nada de beber, nada de fumar y las sexuales,  fuera del matrimonio, nada de nada. Todo le estaba prohibido a mi amigo Juan pues su gordura era como una nefasta e insuperable montaña, de lo maligno. Hace dos años lo jubilaron y el mundo se le cayó encima con toda su crudeza, la de ver como todo el mundo se ponía ciego a quisquillas, jabuguitos, bocatas de calamares y barbacoas de panceta mientras él solo podía mirar y tomarse sus pastillas. Un horror.  Casi enviudó, pues su mujer decidió irse al pueblo a cuidar de sus muy ancianos padres y eso, extrañamente,  resultó ser un revulsivo para él.  Decidió dejar de ir al médico y se puso a practicar todo aquello que nunca le habían dejado hacer. Se fue a un gimnasio con bar, como no, empezó a tomarse sus Almirante con Cola y sus pinchos de tortilla, dejó de pensar que era gordo,  empezó a hacer tres horas de andares diarias,  haciendo las obligadas paradas cerveceras y, eso sí, se apuntó a la Piscina Municipal, una hora diaria, donde la instructora estaba para ... hacerle caso,  claro. Se apuntó a los desayunos con tostada de pan integral, dejó de tomar leche y se abonó al cloruro de magnesio. No come huevos, ni panceta, claro, pero se ha dado cuenta que desde que han dejado de decirle lo que tiene que hacer,  hace lo que debe. Juan, ahora, es feliz, hace lo que quiere y no lo que le dicen que haga, y mantiene la teoría de que no hay nada como uno mismo para poner orden en su propia vida. Juan, que está adelgazando, es, también,  muy cabrito y, de vez en cuando, me manda por Guasap alguna foto de las que publica en su Twitter, (como la que dejo hoy aquí),  para recochineo de beatos hipócritas y de falsos inquisidores, aunque yo sé,  o eso quiero creer, que eso es solo una imagen del plato del que come a su lado ... ¿O no? ... Lo que importa será,  según él mismo dice y eso será una frase para meditar sobre su contenido, que ... "Si tengo que morir, que sea a gusto, coño … ¿No te parece, Enrique?".


Enviado de Samsung Mobile Note III





enriquetarragófreixes



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