Pintura de Fabián Pérez
02 febrero 2015 - 07 julio 2016
Ella era la primera en levantarse, le hacía el primer café mientras él se acicalaba concienzudamente para su dura labor profesional diaria. Ella le lavaba, planchaba y escogía la ropa que él se ponía cada día y junto al primer beso del día le arreglaba el nudo de la corbata en la puerta, al despedirse. Ella era la que se encargó de educar a sus hijos y de hacer la compra y la casa, cada día de su vida. Ella era la que lloraba cuando él la llamaba en el último momento para decirle que no iba a comer, después de mentirle al decirle que no había preparado nada especial para comer. Ella era la que se ponía al teléfono cuando llamaban los niños por la noche y siempre le excusaba - "Papá está de viaje" "Papá está muy cansado" "Papá le duele la cabeza y está en su cuarto". Él, con el tiempo, cada vez llegaba más tarde a casa - "Cariño, tengo una cena, no me esperes despierta" "Cena, cariño, que estoy en una reunión y no sé cuándo llegaré ". Sus viajes, cada vez se hacían más constantes y más largos y sus excusas más increíbles.
Un mal día, de una tormentosa noche de enero del 2006, un infarto se llevó a Angelita al otro mundo. Ella murió sola con cuatro mensajes en su contestador telefónico, tres de sus hijos y uno de él ... "Cariño ... estarás hablando con tus hijos, ya te llamaré mañana antes de coger el avión de vuelta".
Ahora él, cada 30 de enero, se acerca al cementerio cristiano donde yacen los restos de Angelita y mientras lee su epitafio grabado en el mármol de su lápida ... "Siempre viví en amor", él, con una rosa en la mano y llorando, repite una y otra vez ... "Lo siento, Angelita, lo siento ... Me olvidé de quererte" ....
... y a mí me parte el alma cada vez que él me lo cuenta.
Enviado desde mi Note 4
Triste relato amigo, a la par que bien relatado..........
ResponderEliminarGracias, Antonio ... estas historias marcan, me marcan, siempre lo han hecho.
EliminarUn abrazo, amigo.