El primer café ... esa cosa necesaria ... y Peter

26 marzo 2014

Ese sabor no lo encuentras en ningún otro líquido venido del cielo de mi alemana favorita, la del quiosco del improvisado Ateneo de hoy ... ese café de madrugada.

Pedro, Peter, como gustaba hacerse llamar a ese angloparlante sobreviviente de la España de Franco, se nos fue. Tenía 82 pero parecía un chaval. Fue un gran intérprete de la hostelería de antes,  donde hablaban inglés los ingleses y todos los clientes aunque fueran de cualquier parte del mundo; pero ninguno hablaba español, solo los hispanos. Se vino a Benidorm en los 50, echó raíces y se casó con una guapa inglesita que, como él,  vinieron a buscar sol, mar, paz ... y mucha marcha. Fue un hostelero brillante, empezó desde abajo y llegó a regentar varios de los más famosos hoteles de la Costa Levantina. Recuerdo que hace un mes, me los encontré a los dos, cogidos de la mano, paseando por la Playa de Poniente. Con esos ojos azules que hicieron temblar a todas las niñas de los 50 y 60 que se ponían a su alcance, me dijo, ante la clásica pregunta del "holacomoestás", que en una semana se casaba su nieta y que tras ponérsele esa cara babosa que se nos pone a todos los abuelos cuando hablamos de cualquier nieto, prosiguió, casi como un suspiro, con un  ..." ahora ya me puedo morir, Enrique" - Y lo cumplió. Deja una bella viuda, cuatro hijos y nueve nietos. Sin duda se fue feliz ... envidiable.

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Enviado desde mi Note 4

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