viernes, 25 de septiembre de 2015

El cielo se iluminó desde el mismo día en que apareciste


Pintura de Seth Armstrong

25 septiembre 2015 

Vagaba por mis notas, si esas que escribo sentado en una cafetería, en  cualquier estúpida espera de cualquier cita médica o en esos doce minutos de anuncios que hacen en cualquier peaje publicitario de tu serie de TV favorita y, si, al final me he dedicado a recomponer una de ellas.
“El cielo se iluminó desde el mismo día en que apareciste en mi vida, me convertí en el rey de los sentidos y nunca imaginé que este recorrido espacial fuera a darme tantas alegrías y tantas dudas sobre su existencia material. Nada como la magia del destino para que esas lágrimas que un día cayeron en las mejillas de mi dolor plural, persistente e invisible, rompiendo las entrañas de mi perversa imaginación, fueran las redentoras de todas mis iniquidades y de mandar al fuego reparador  a todas mis muy elaboradas endechas. Sorteamos, no sin suerte, a veces,  las envenenadas azagayas que todo sentir sufre en ese feliz tormento, cual supone el camino hacia esa dicha que pocos humanos dejan de perseguir y que, también, muy pocos alcanzan, pero todo ese inmenso “morir poco a poco” que me has regalado, no por esperado y deseado, ha dejado de ser lo que ha sido y es, un camino empedrado  de lienzos de vida, placer, sufrimiento y si, de sentimientos encontrados, eternos y majestuosos, indoloros y sangrantes, sinceros y atrevidos, pero solo son lo que son, solo son mis adorables e irreparables sentimientos, amor.”
Vaya, es curioso ver como esta irrefrenable fuerza narrativa, por muy estéril y hezéica que pudiera parecer,  solo florece en aquellos momentos en que estás en un grado máximo de dolor, melancolía voraz o inconsciencia manifiesta. Nunca me lo he podido explicar, pero siempre ha sido así.



4 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Ciertamente emotivo, Tracy ... creo que valía la pena mostrarlo.
      Gracias a ti ... un abrazo de viernes.

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    2. Precioso. En cuanto a la interesante pregunta que planteas, yo siempre he pensado que el dolor y el sufrimiento hacen las veces de una tuneladora que nos abre un canal, habitualmente cerrado, que nos hace llegar a nuestro interior. Pero también podemos ver trabajando a esa tuneladora cuando jugamos con nuestros hijos o con nuestros nietos...Lo bueno de tu blog es que está repleto de tuneladoras escondidas en tus palabras. Un abrazo,

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  2. Así es, mimarzgz, esas tuneladoras ahí están ... y ahí siguen
    Feliz domingo

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