27 agosto 2016
Me lo crucé hace ya muchos años frente a la oficina de Gran Vía. Tocaba una especie de violín, parecía rumano por su extraño acento y desde luego tenía pinta de no haber comido caliente en varios días, quizás semanas. "Una moneda, señor" - me dijo. Me paré frente a él, a escucharle, tocaba con enorme sentimiento. El mismísimo Rieu hubiera certificado esa forma de tocar como suya ... él insistió ... "Una moneda, señor" y yo, como si algo hubiera roto el pragmatismo habitual en el que yo vivía entonces, saqué la cartera y le dejé en su cajita un billete de 20 € y me di la vuelta rumbo a mi agitada vida . El violinista paró al instante su lindo caminar por su música y me dijo ... "Señor, disculpe, me ha dejado un billete de 20 €" - me volví, me lo miré y le mostré cara de sorpresa y de pregunta y entonces él me dijo ... "Pensé que se había equivocado, nadie hace eso, nadie deja billetes y menos de 20 €". Lo miré, estuve unos segundos sin habla y ojalá hubiera sido capaz de decirle todo lo que en el aquel momento me pasó por la cabeza; no sabía siquiera si se había formado en la Orquesta Sinfónica de Bucarest y que quizás hubiera sido apartado de ella por no defender algún rito social ineludible; tampoco sabía si era un exalcohólico regenerado o un padre viudo que había abandonado a sus cinco hijos en algún barrio del Fedentari: quizás fuera un militar del antiguo régimen que acabó emborrachándose en los bajos fondos de la capital tras haber sido encarcelado varias veces por haber robado gallinas o reventado algún escaparate lleno de libros para ser robados; no podía imaginarme que quizás ese hombre saliera de una familia noble que cayó en desgracia por las infidelidades de sus padre y ante las que él, luego, también sucumbió; no sabía tampoco si jamás hubiera leído a Ion Luca Caragiale o alguna de aquellas viejas obras de Dimitrie Cantemir, no sabía nada de él pero me parecía una persona tan honrada que pensé que jamás tendría tanta suerte en toda mi vida de encontrar una persona como él aunque al segundo siguiente, cuando le dijera adiós, era probable que jamás volviera a saber de él ...
Hoy he leído en el periódico que un indigente de origen rumano, fue encontrado muerto junto a un contenedor de basuras en uno de esos oscuros callejones que hay junto a la Catedral. Se desconocían las causas de su muerte - rezaba el instructor de la noticia - solo se decía que cuando llegó el 112 se lo encontraron tumbado con la cabeza apoyada en la caja-estuche de su violín, pero lo más probable es que lo mató la soledad, la pena y su especial forma de ser y de vivir su enigmática vida. Todo un desconocido que un día se cruzó en mi vida y nunca pude saber todo aquello que me perdí al no conocer nada de él, ni de su vida.
enriquetarragófreixes
Hermoso lo que decis
ResponderEliminarSos como mi biblia.
Te leo a diario
Me haces crecer
ser mejor persona.
Tus palabras me llegan
Tus memorias son como las mias
simples
memorias diarias de dos locos
que escriben tirando
al universo
los sueños
los miedos
que llevamos dento
y a veces tambien las lagrimas que no lloramos porque somos quizas demasiado viejos
No te perdiste nada
Eliminaro quizás mucho
Ya sabes desde ahora cuando veas a un viejo
tocando un instrumento ....
Compartis un momento de comida
o trago
que es lo que muchas
veces
nosotros
necesitamos.
beso
Ay, querida Mucha, se puede ser viejo a los cuarenta y joven a los setenta, a mi me gusta ser ambas cosas, sí, pero siempre enamorado de la vida que en cada momento me ha tocado vivir, ya sabes, dicen que hay una vida para cada edad, para cada momento y ahora, a mis años, he descubierto que hay una vida para cada segundo. Tú eres un dulce encanto americano querida amiga, no dejes nunca de ser como eres y ah, sigamos vertiendo al universo todo eso que queremos decirle ... quizás algún día alguien nos escuche.
EliminarUn abrazo muy fuerte
Hola Enrique,
ResponderEliminarme encuentro entre lágrimas que me dicen que ese encuentro entre ambos fue algo sublime.
Y ahí me quedo no desvelo nada más porque no sé que decir...
Un abrazo
Quizás haya poco que decir hoy, mi incansable trabajadora y amiga Tania. Lágrimas al viento de un tiempo que pasó y se nos escapó entre los dedos del sentimiento.
EliminarUn abrazo de Lunes.
No te preocupes Enrique , él sí te conoció a ti por los hechos.
ResponderEliminarQuizás fue así, Tracy, pues hace no tantos años u compañero que siguió allí, en la Gran Vía, me dijo ayer, cuando me llamó al leer mi post, que él, el violinista, siempre preguntó por mi.
EliminarUn abrazo de lunes.