03 octubre 2016
Don Limpio, que es como le llaman a José, (que no José), no se distingue por ser muy limpio pues su origen Huertano le hace seguir vistiendo y oliendo, como un verdadero veterano del campo que lo fue hasta que dejó el terreno y la hacienda por falta de resultados económicos, tanto fue así que ninguno de sus hijos, todos con carrera, se negaron a heredar esa huerta pues su vida, hoy, estaba en otra parte ... en otro mundo.
Hoy Don Limpio, que es calvo como una bombilla desde que nació, sigue con su sombrero calado hasta las cejas, viudo desde hace tres años y abandonado a su suerte, (a su pensión y a sus pocos ahorros), vive en una caseta que dentro del terreno que fue suyo y que el Banco no pudo embargar pues en el título de propiedad no estaba clara su titularidad. Sus hijos viven dos en Madrid y una en Lisboa, ejerciendo sus distintas profesiones y Jose, hoy, vive feliz pensando que pronto llega la Navidad y que se reunirá con todos sus hijos en la casa de Las Rozas de uno de uno de ellos - que es cirujano de éxito - y aunque perderá su libertad por unos días pues le harán vestir bien, ducharse a conciencia y, eso sí, comer en la cocina, verá a sus cinco nietos que, aunque le llamen Señor a él le suena a un ... "te quiero abuelo de la gente pija, pijo" - según me dice siempre que lo veo. Sus hijos aprovecharán su reencuentro anual con su progenitor para pedirle, tímidamente, ese poco efusivo ... "Padre, vente a vivir con nosotros" ... y él llorará por el hecho de que se lo pidan los tres a la vez aunque sea tan falso su deseo como su propia vida, (la de los tres hijos ignorando su origen, tanto como a ese pobre y rudo viejo, aunque fuera él - el viejo - con su esfuerzo, el que los hizo llegar hasta donde están), y él, (el viejo), será feliz ignorándolo, pues le bastará con saber que les dio todo lo que el no tuvo, aunque ignore, también, si en su vida mas íntima son felices o no.
Jose, el Don Limpio de la Huerta, vive en soledad pero es feliz, se sienta en su mesa, tan solo como vive, mientras la "maña", esa barista preciosa, una bella sesentona que luce cuerpo y alma de ángel sirviendo cafés, bocadillos de panceta y copas, y que va por las mesas pidiendo una invitación para él, para José, que él, (el Don Limpio), siempre cambia por un licor Murciano de nombre inrecordable. Él, copa en mano, sombrero de ala ancha calado hasta las orejas y caliqueño apagado en boca, forman parte de ese rincón del fondo del Ateneo Murciano de mis amores que para sí el mismo Goya hubiera querido ver para crear una de sus obras para mostrar una evidente, real y cruda realidad de una generación que no ha tenido tiempo para vivir ... una generación a la que ninca nadie le ha agradecido, ni nunca nadie lo hará, su innegable esfuerzo.
Quizás una a de las grandes carencias de la Sociedad vigente, al margen de confundir la belleza con la delgadez extrema, es su error a la hora de confundir, también, la felicidad con el éxito ... y el éxito con el peculio.
Enviado desde S6+Edge
enriquetarragófreixes
Ese Ateneo es un mundo colorista. Me encantan los personajes que nos presentas.
ResponderEliminarEs terrible que haya tantos hijos desagradecidos por el mundo.
Besos, Enrique.
Sí, los hay, querida Celia y muchos más de los que se dejan ver aunque cierto es que también los hay que son extraordinarios y que atienden su mundo y su relación paterna con normalidad y cariño.
EliminarEl mundo es cruel, tiene dos caras, lo mejor es vivir, siempre, en la cara buena.
Feliz tarde