06 noviembre 2017
Ciertamente, a medida que te acercas al pelo del poder, descubres en ti una mayor repulsa por todos aquellos a los que la sociedad, la suerte y/o el servilismo, les ha dado el poder y si no el poder absoluto, al menos, es el que te ha tocado sufrir y no me refiero, exclusivamente, a mi, claro.
Eso, sí, eso que acabo de escribir arriba, lo sueltas, café en mano, adornándote con una mirada al estilo de Paul Newman, suena a sentencia de muerte, Enrique, según me dice mi amiga Leonor. Y cuando me decidía a buscarle una respuesta inteligente a mi amiga, si, una de esas que se sueltan con cara de pedantón, va Pepe, el exsindicalista que, hoy, por cierto, está cabreadísimo conmigo por el post de los CoCos que puse en algún blog, y me dice:
... y a mi, que casi me he pasado la vida con ellos, con los que administran el poder empresarial, me ha entrado una risa floja que aún no he conseguido arrancármela de la faz.
Eso, sí, eso que acabo de escribir arriba, lo sueltas, café en mano, adornándote con una mirada al estilo de Paul Newman, suena a sentencia de muerte, Enrique, según me dice mi amiga Leonor. Y cuando me decidía a buscarle una respuesta inteligente a mi amiga, si, una de esas que se sueltan con cara de pedantón, va Pepe, el exsindicalista que, hoy, por cierto, está cabreadísimo conmigo por el post de los CoCos que puse en algún blog, y me dice:
- “Enrique, no has nombrado entre las virtudes para alcanzar el poder, la valía y la capacidad profesional para administrarlo, de aquél que lo consigue”
Besos a todos, amigos/as, y, ah, no os creáis todo lo que se dice sobre el poder, porque la realidad, siempre, supera a la ficción y es que en eso de ser líder, debiera empezarse por ahí, por ser líder y no a esperar a que te hagan.
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